Las cámaras prueban que hubo persecución a la moto que atropelló a Maximiliano Espíndola

Con el imborrable recuerdo del caso de Giuliana y Miguel en Baradero, el sábado a la madrugada un accidente de tránsito protagonizado por dos motos despertó la preocupación en toda la comunidad por la similitud que tuvo el hecho de que el siniestro se produjera en el marco de una persecución por parte de una patrulla preventiva municipal a motociclistas que escapaban de un control de tránsito.
La moto que huía, una Guerrero 110 Cc. azul con dos ocupantes identificados, el conductor como Axel Losada y el acompañante como Lautaro Lafalce, se metió en contramano por calle Bottaro y chocó de frente con una Honda 150 que guiaba Maximiliano Espíndola, de 20 años, que esa madrugada, aproximadamente a las 5.30, se dirigía a su trabajo en Ashira, donde cumplía tareas de reemplazo de vacaciones con la esperanza de lograr continuidad.
Espíndola resultó herido con una fractura en el cráneo que obligó a trasladarlo a Rosario, donde hasta el cierre de esta edición permanece en coma farmacológico y luchando por su vida.

La persecución
Todo comenzó en Mitre y Güemes, donde los inspectores de tránsito hacían un operativo de rutina en el marco de las actividades de nocturnidad. Por allí pasaron Losada y Lafalce, a altas velocidades, sin casco y con escape libre. Ante esas infracciones, un móvil Ford Ranger de la Subsecretaría de Protección Ciudadana conducido por Rodolfo “Chacha” Romero y Diego Belesi comenzaron una persecución, a pesar de que su superior Raúl Manchone supo encabezar sendas reuniones en las que prohibió perseguir a infractores, especialmente luego del caso de Baradero.
Los dos jóvenes que escaparon del control iban junto a un amigo, Franco, quien relató que al cruzar el operativo “se asustaron y dispararon”, tras lo que la patrulla “prendió la sirena y los siguieron”, incluso las tres cuadras que hicieron en contramano, ambos vehículos a altas velocidades. Además sostuvo que cuando se produjo el accidente, llegó otro móvil municipal y “esos dos inspectores se quedaron parados unos segundos y se fueron”, mientras los vecinos llamaban a la ambulancia.
A pesar de que en principio la persecución estaba en duda, las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad del negocio del comerciante y miembro del Foro de Seguridad Juan Gutiérrez comprueban que existió, puesto que se ve claramente cuando la moto pasa a gran velocidad y detrás suyo, de la misma manera, lo hace la patrulla municipal.
“Los inspectores están facultados para interceptar a quien comete una infracción o irregularidad, sin poner en riesgo la integridad física de las personas, la propia o la de terceros”, dijo Manchone.

La causa y el sumario
El lunes la Fiscal Gabriela Ates tomó declaración a los agentes municipales involucrados, que además serán puestos en disponibilidad relativa, por 60 días, por el Gobierno, luego de iniciar el sumario interno correspondiente, que corre en paralelo a la causa que investiga la Justicia por el accidente, cuya carátula, teniendo en cuenta el sensible estado de salud de Maximilano Espíndola, es de lesiones gravísimas.
El hecho desató nuevamente la polémica en torno a las medidas de seguridad y los controles. Ninguno de los motociclistas llevaba casco y además los que escapaban de la patrulla de Tránsito lo hicieron en contramano.
Las pericias determinaron que no hubo golpe por parte de la patrulla hacia la moto, sino que ésta chocó con el otro rodado menor unos metros más adelante del móvil municipal, que lo seguía detrás.
La situación provocó la renuncia de Manchone al cargo de Subsecretario de Protección Ciudadana, quien tenía diferencias con el intendente respecto a cómo desarrollar las tareas de control de tránsito y con qué personal.

Un milagro para Maxi
Maximiliano Espíndola permanece internado en el sanatorio Julio Corzo de Rosario, donde fue derivado luego del accidente que le provocó una fractura de cráneo.
Maximiliano tiene una contusión cerebral y le colocaron un catéter intracraneal para monitorear la presión cerebral, según el último parte médico, que señala que está hemodinámicamente compensado, estable, y en coma inducido farmacológicamente.
Por lo pronto con imposibilidad de traslado, su familia lo acompaña en Rosario en medio de un profundo dolor y consternación por lo ocurrido. “Estoy esperando un milagro”, dijo su padre Fernando Espíndola, con lágrimas en los ojos mientras pedía que recen por su hijo.
“Trabajaba en la recolección, estaba haciendo la suplencia de los chicos que salen de vacaciones”, señaló Espíndola, camionero de profesión, y contó sobre su hijo: “Era deportista, hacía pesas, Kick boxing, entrenaba con el hermano que hace Taekwondo, el año que viene quería ir a estudiar a la Universidad, estaba lleno de proyectos, lleno de vida”.
Lo dijo así, en pasado, a sabiendas de que su hijo puede vencer la lucha por la vida en la que está embarcado pero que el futuro ya no será como lo había soñado, tal vez esa misma madrugada mientras se dirigía de su casa al trabajo.