A 10 años del asesinato del policía Gabriel Reyna, cuyo crimen quedó impune
El 26 de noviembre de 2013, el policía Gabriel Reyna perdía la vida en un enfrentamiento con delincuentes que protagonizaron un asalto en la Joyería Taibo, en pleno centro de la ciudad. Al cumplirse 10 años del trágico suceso, el agente policial fue recordado por sus compañeros y familiares. Los delincuentes sólo fueron condenados por el robo. Fue el primer juicio por jurados para un caso local.
Este domingo se cumplieron 10 años del día en que dos delincuentes armados irrumpieron con fines de robo en la Joyería Taibo, en pleno centro de la ciudad, situación delictiva en la que resultó muerto de un disparo el efectivo policial Juan Gabriel Reyna, de 40 años.
Por el caso hubo un juicio por jurados, el primero para un hecho cometido en San Pedro, en el que los dos delincuentes que participaron del robo, Facundo Díaz y Mario Dominé, fueron condenados a 21 años por robo e intento de homicidio el primero y a 9 años por robo a mano armada el segundo.
Por el asesinato no hubo condenas: la muerte de Reyna quedó impune porque hubo elementos probatorios que fueron manipulados en el proceso de instrucción y no se pudo determina quién lo mató.

Juan Gabriel Reyna era un policía respetado por sus pares. El ahora secretario de Seguridad, Dante Paolini, era Jefe Distrital cuando sucedió el hecho. Lo consideraba un efectivo responsable y colaborador. Sus compañeros dijeron que siempre estaba dispuesto a dar una mano ante cualquier situación y que solía hacer chistes para amenizar las largas horas de trabajo.
El expediente es uno de los tantos que instruyó la destituida fiscala Gabriela Ates con resultados asombrosos producto de lo que podría ser considerado como una maniobra para “plantar pruebas”.

En la causa había una bala calibre 22 introducida en el expediente como la que mató a Reyna. El exdefensor oficial Pablo Vacani, que ahora pertenece al Ministerio Público de la Defensa en el fuero Federal en Santa Fe, detectó aspectos inverosímiles en la instrucción e investigó a fondo.
No le cerraba, por ejemplo, la trayectoria de la bala, que entró por la aorta de Reyna, por lo que solicitó nuevas pericias, que incluyeron planimetrías en la joyería. El testimonio del perito médico forense confirmó las inconsistencias de la instrucción de Ates.

Dijo que el orificio de bala en el cuerpo del policía era de un proyectil de alto calibre, acaso una 9 mm, pero bajo ningún punto de vista podía ser de un arma calibre 22. Aseguró que esa bala que estaba en el expediente no era la que había sacado del cuerpo de Reyna en la autopsia.
Vacani descubrió además que durante la instrucción a cargo de Ates desaparecieron del expediente las constancias de relevamiento de pruebas. La vaina servida calibre 22 apareció después, “para que coincidiera con el arma de los delincuentes”, dijo el defensor, que consideró que la escena fue manipulada “para demostrar otra hipótesis de lo que había sucedido”.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión