En el abanico de personas que circulamos por la ciudad existen de diversa edad, sexo, condiciones físicas y mentales, entre otras variables. Estas son características que agrupan a individuos en grupos, e independientemente de a cuál de ellos pertenezcamos, la ciudad debería facilitarnos el derecho de transitarla y disfrutarla a todos por igual.
¿Qué sucede con aquellas personas que tienen dificultades para comunicarse o entender mensajes, circular por la calle o ingresar a establecimientos públicos?
Hoy quiero contarles sobre la Accesibilidad desde una mirada urbanística. Si bien este es un tema que no hace mucho fue abordado por la normativa de las grandes ciudades en Argentina, es un concepto muy poderoso que debemos incorporar cuanto antes.
La ausencia de este derecho es la negación de una realidad que afecta la vida de muchas personas. Esto involucra decisiones que para muchos de nosotros suelen ser muy sencillas y cotidianas, pero que para otros, más que una decisión, es un condicionamiento al momento de tener que participar activamente enla comunidad.
Para ponernos en tema, cito una definición de Accesibilidad: “condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes y servicios, así como los objetos o instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible”. Si desmenuzamos esta ilustración, observamos que habla de:
1 – Entornos, procesos, bienes y servicios.
2 – Objetos, instrumentos, herramientas y dispositivos.
3 – Comprensibilidad, utilidad y práctica.
4 – Seguridad, comodidad, autonomía y naturalidad.
Destaco esto para permitirnos comprender una visión global del concepto de accesibilidad, dado que los primeros alojan a los segundos y estos deben presentar las características de los terceros, de modo tal que los que están en cuarto lugar se puedan disfrutar. Básicamente éste es el proceso de adaptación que debería seguir una ciudad para adecuar el modo en que se accede a los distintos ámbitos que la conforman.
Lejos de ser la simple idea de “ingresar a un reciento”, la accesibilidad trata sobre un modo de pensar, donde el acceso a la infraestructura pública, la educación, la vivienda y el ocio, entre muchas otras cosas, deben estar adaptadas desde un diseño integrador y una amplitud mental, que tengan como objetivo la posibilidad de comunicación, entendimiento y acción de cualquier persona que quiera disfrutar, hacer o ejercer tareas que son cotidianas para muchos de nosotros, pero no para todos.
Finalmente me gustaría hacer un llamado a la reflexión sobre la importancia de incorporar este concepto de accesibilidad a nuestras vidas. Para todos aquellos que crean estar exentos de las barreras de movilidad e interacción que existen en la ciudad, me tomo el atrevimiento de recordarles que el envejecimiento trae consigo una gradual disminución de nuestras capacidades físicas, funcionales y cognitivas.