Adiós a Rodolfo “Pocholo” Vlaeminck: el que con un palito sabía hacia dónde desagotaba el agua de lluvia
Militante de la JP de los 70, empleado municipal y luego contratista privado de pequeñas y grandes obras, como la colocación de carpetas asfálticas. El que perdonaba los pagos a quienes no les alcanzaba para llegar a fin de mes. Llegó a desafiar a profesionales, especialmente aquellos que llegaron en los 80 a construir la red de desagües pluviales.
Este miércoles 12 de marzo falleció Rodolfo “Pocholo” Vlaeminck, de profesión… pavimentador, constructor y provocador parae un sinnúmero de profesionales, a través de sus característicos análisis de los problemas de infraestructura de la ciudad. Vale recordar que muchas veces sobre su precaria sapiencia terminaba dando solución a todo tipo de dilemas.
A lo largo de su vida mostró ser un modesto trabajador, muchas veces el último de la lista en decenas de tareas municipales, pero que en definitiva resolvía con rapidez lo que asomaba como insoluble. También lo hizo para los privados.
Roberto Young, de los Amigos del Patrimonio Cultural de San Pedro, una vez contó una anécdota: “San Pedro, después de construir su red cloacal, necesitaba imperiosamente los desagües pluviales. Fueron años de gestión, hasta que la Provincia dispuso de los fondos y envió ingenieros hidráulicos y de obras públicas, junto con agrimensores y sus respectivos planos y teodolitos. Estuvieron meses midiendo, calculando, tomando niveles…
En la Municipalidad, alguien que no era técnico ni ingeniero, pero en cambio tenía práctica y experiencia en la materia, decía a quien quisiera oírlo: ‘están tirando la plata. No hacen falta tantos estudios y tantas mediciones. Hay que esperar un día de lluvia y arrojar un palito en la zanja, y según la dirección en que se mueva el palito, ahí tenés el nivel… Eso no falla’.
¿Quién hablaba así? Un simple empleado municipal que, al poco tiempo, comenzó a trabajar por su cuenta, pero antes “inventó” un sistema de purificación de efluentes por decantación, que el Dr. Juan José Sánchez puso en marcha, detrás del cementerio, y funcionó perfectamente hasta que algún interés inmobiliario le puso freno. Este señor, cuya sabiduría natural sigo admirando, se llama Pocholo Vlaeminck y aún hoy, debe ser la persona con más conocimientos prácticos sobre desagües pluviales”.
De acuerdo a lo narrado por Roberto, Pocholo le contó la historia de los primitivos efluentes a cielo abierto. “Los niveles de San Pedro muestran un suave declive al revés, desde los bordes de la ciudad hasta el centro, y es por eso que el desagüe principal era un zanjón, que arrancaba desde la ex fábrica Amelú (Mitre y Petrona Simonino) y corría paralelo a Caseros, hasta desaguar detrás del cementerio. A esto, que parece tan simple, Pocholo lo transformaba en relato, y era muy fácil entenderlo porque sabía desarrollar los temas en forma didáctica. Que yo sepa, ningún ingeniero o agrimensor lo escuchó”.
Fue el mismo que cuando trabajaba con los pavimentos en los barrios “muchos no le podían pagar y él decía, bueno pobre, ya podrá”, como dijo Daniel Monfasani.
Fue el tío querido de su sobrino Mariano, quien lo despidió en las redes, manifestando que lo recordará siempre por su alegría, sus chistes malos “y el vinito que siempre compartimos en cada mesa”.
Políticamente fue integrante de la Juventud Peronista de los 70, la que fue acompañó a Juan Ismael Giménez en 1973 cuando asumió la intendencia. Uno de sus amigos de entonces, Américo “Cacho” Quintana, también lo recordó: “Hasta siempre compañero de la gloriosa JP. Hemos dejado nuestras almas en pos de los ideales. Chau Pocholo”.
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