#Anuario2020 Microemprendimientos en cuarentena, una salida laboral a la crisis económica
La Opinión contó las historias de decenas de vecinos que entre la creatividad y el "rebusque" lograron atravesar el peor momento de la cuarentena.
En junio, cuando la cuarentena había superado los 100 días, floreció con fuerza una crisis económica que golpeó a muchos sectores que tenían prohibido funcionar o tenían que hacerlo con restricciones. En ese marco, surgieron iniciativas que ayudaron a vivir el día a día y La Opinión abrió su sección Microemprendimientos en cuarentena, un espacio para que los sampedrinos puedan contar y mostrar cómo se las ingeniaron para salir adelante.
Camila y su caña con ruda: A Camila Suárez la cuarentena la encontró sin trabajo. Docente recién recibida, no pudo acceder a ningún cargo titular y aprovechar la tradición de la caña con ruda fue una forma de “rebuscársela”. Preparó la bebida con la anticipación debida y la nota de La Opinión fue un empujón para contar lo que estaba haciendo. “Por suerte, pude vender todo”, agradeció en el programa Sin Galera contándonos los secretos de esa popular tradición guaraní.

Los barriletes de Rubén: Rubén María Arrúa Ríos es un vecino del barrio San Francisco que reflotó su pasión por los barriletes en cuarentena. Es chofer de turismo y durante muchos meses no pudo trabajar, por lo que dedicó sus días a sus barriletes artesanales, para “reinventarse”. “La gente busca cómo distraerse y esta es una buena alternativa urbana para disfrutar en familia y en casa. ¿Sabés una cosa? ¡Se venden mucho!”, contó.

Con un IFE montó su emprendimiento: Cuando llegó la pandemia de coronavirus, Orlando Franchini llevaba varios años desocupado, pero por primera vez “tuvo una ayuda”: con el primer Ingreso Familiar de Emergencia de Anses que cobró su mujer compraron una máquina para hacer veladores y, con apoyo de ella y sus tres hijos, comenzó a venderlos. Orlando “tatúa” los diseños que luego cobran vida con la luz del velador y lleva decenas vendidos en San Pedro y otras ciudades. Equipos de fútbol, búhos, flores y cristos son los que “más salen”, aseguró.

De artesanos a “ensaladeros”: Darío y Viviana son artesanos que trabajan en alpaca y acero quirúrgico. Antes de la pandemia, vivían llevando su puesto por distintas ferias en todo el país. Con dificultades para vender y conseguir materia prima, comenzaron a preparar bandejas de ensaladas crudas y cocidas. “Cuando todo empezó habíamos venido del sur, de la zona de Bariloche, volvimos porque el nene empezaba el colegio y nos sorprendió la pandemia. Tuvimos que darle una vuelta de rosca, reinventarnos y a dar todo lo mejor en cada bandeja”, aseguraron.

Las “barritas viajeras” de Pierina y Renzo: Pierina tiene 26 años. Su hermano Renzo tiene 30 y hace 6 años decidió que quería recorrer el mundo. La pandemia de coronavirus lo encontró de visita en San Pedro y, como se tuvo que quedar, juntos se pusieron a producir barritas de cereal artesanales que él había aprendido a hacer para costear sus viajes. El emprendimiento creció, le pusieron un nombre, comenzaron a tener presencia en redes sociales y hoy se venden en muchas dietéticas sampedrinas.

Carolina y sus elementos de gimnasia caseros: Carolina Monzón, vecina del barrio Villa Igoillo, tuvo una idea que le permitió “ocupar la cabeza” y compartir un proyecto con su mamá. Cuando los gimnasios cerraron, comenzó a seguir clases virtuales, pero advirtió que no tenía elementos y que comprarlos por un tiempo no era una opción. “Le pregunté a mami si podíamos hacerlos. Conseguimos tela resistente, empecé con tobilleras, colchonetas, bandas elásticas que me dio una idea una profe, y fue un éxito, nos pidieron un montón”, detalló.

Macetas “para seguir estudiando”: Keila, de 18 años y Nahiara Fuentes, de 23, son de Gobernador Castro pero estudian medicina y derecho en Rosario. En cuarentena, el tiempo en casa fue productivo: investigaron cómo hacer macetas de cemento, hicieron pruebas y empezaron a vender, primero entre familiares y luego en todo San Pedro. La idea fue generar una “entrada”, para “pedirle menos plata a nuestros papás”, mientras cursaban online y preparaban finales.

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