Asalto: eran tres delincuentes “que sabían lo que buscaban” cuando desvalijaron a madre e hijo
"Dame la plata, dame lo que tengas" escuchó Graciela cuando tres delincuentes ingresaron al lugar donde dormía. De allí en más la ataron, la maltrataron y amenazaron para llevarse hasta la cerveza que tenía en la heladera. Fue el 23 de diciembre pero nadie quería "que se sepa".
La irrupción de al menos tres sujetos que empuñaban armas en la casa en la que viven Graciela Baldo y su hijo, Pablo Ianella, pasó inadvertida para la población y los medios de comunicación. Pese a algunas consultas recibidas nada se supo de lo que vivió esta familia cuando habían transcurrido poco más de 30 minutos del pasado 23 de diciembre.
“Yo estaba durmiendo y bueno, escuché un ruido y cuando escucho el ruido de que rompen la puerta de mi dormitorio entran tres sujetos arriba mío pidiéndome, por supuesto, ‘dame la plata’, ‘dame lo que tengas’”, dijo Graciela 18 días después en la mañana de Radio Cuarentena y cuando se sintió vencida por la falta de noticias respecto al calvario por el que pasó aquella madrugada.
“Yo creo que datos tendrían porque a mi hijo que estaba durmiendo en el quincho, que es otra parte de la casa separada ya lo habían atado y le habían dicho: ‘Tenemos a tu vieja’. Y a mí me decían: ‘Tenemos a tu hijo’, o sea sabían que teníamos un vínculo y en donde estaba cada uno, no es casualidad”, reflexionó y dedujo aunque por supuesto, no puede precisar si lo que referían era cierto o utilizaron el argumento para atemorizarlos a ambos.
“Uno más violento, uno menos y otro que apaciguaba, me dio la sensación de jóvenes enviados, esa sensación me da, me revolvieron la casa entera, absolutamente todo cajones, roperos, todo. Me dio miedo porque me mostraba un cargador y me decía la mitad para vos y la mitad para tu hijo”, recordó la dueña de casa que pide a vecinos y viviendas de los alrededores del barrio que proporcionen videos para identificar a los delincuentes. Las víctimas no comprenden ni saben si efectivamente hay alguien que haya visto o registrado el movimiento, la huída o la permanencia de los asaltantes. Sólo vieron una huella de auto y alguien refirió el ruido de una moto.

Frente a las amenazas porque no encontraban lo que parecían buscar, Graciela cedió: “Les di una cierta información”, para que se fueran e incluso pese a que les pidió que le devolvieran los documentos tampoco accedieron. La habían maniatado e inmovilizado pero no se privaron de tomarla de los cabellos, trasladarla con agresividad e insultarla. Como las bandas bien entrenadas, uno hace de bueno, otro de desquiciado y el tercero queda para la persuación.
“En el momento tuve el despliegue de todo, de policía, de científica, de todo”, refirió para describir el momento en que pudieron comunicarse con los efectivos ya que sus celulares también fueron parte del botín. Destacó la presencia días después del Secretario de Seguridad Juan Carlos Agüero, pero no hay nada que indique bajo que carátula la fiscal de turno investiga la causa que además del robo cuenta con agravantes que requerirían de acciones concretas para dar con los malhechores.
“La verdad es que da mucha, pero mucha impotencia. Pasan los días, sigo yendo a la comisaría y le pido que por favor busquen cámaras de vecinos de este barrio que toda la vida fue tranquilo y que nunca paso nada”, agregó sobre la zona en que se pepetró el saqueo: calle Caseros al fondo, a una cuadra de Crucero General Belgrano.

“Ahora tenemos la alarma vecinal que la pusieron antes de ayer”, dijo la víctima que también contó con asistencia de la Comisaría de la Mujer aquella madrugaa. “Al ver que en el trayecto de 15 días no había avances decidí llamarte. Un vecino me dijo que escuchó un ruido, que parece que largaron un tiro cuando se van y después mi hijo encuentra tirado el bolso con las carnes y la cerveza”, otro detalle importante por el comportamiento de la banda que aprovechó para llevarse todo lo que había en la heladera.
En otro tramo de la nota detalló la cantidad de consultas que formuló, los intentos para saber si habría allanamientos o la imposibilidad de reconocer a los tres sujetos que tenían gorras y pasamontañas para cubrirse el rostro.
Respecto a la falta de información o su consignación en el parte policial, Graciela indicó: “Me dijo que no tenían la obligación, eso me dijo el policía que me atendió todos los días que yo iba a ampliar la denuncia porque todos los días que ordenaba, encontraba cosas desaparecidas en el medio del desastre, y yo le pregunte por qué no había salido siendo que posteriormente había salido un robo similar en el barrio El Durazno y me dijo que ellos no tenían obligación de anunciar”. Esta última afirmación coincide con la de muchas víctimas que reciben “la sugerencia” de ayudantes fiscales, fiscales, policías, agentes e incluso a veces de alguna organización para que no hagan público lo que sucede bajo ciertos “problemas que pueda sufrir o entorpecer la investigación”.
En los últimos meses hubo asaltos violentos, reducción a rehenes de menores y adolescentes, un saqueo en un cumpleaños, el referido en un barrio camino a Vuelta de Obligado y otros que por decisión de los afectados no han llegado a conocerse pero es la época más propicia en medio de las fiestas y el festival de liberaciones o beneficios de arrestos domiciliarios que quienes tienen que recaudar para pagar a los abogados salgan a procurarse recursos con “muy buenos datos”.
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