Brenda Rojas mira a Tokio 2021, pero no olvida su pasado: “Las Canaletas es el lugar que más paz me da en el mundo”
Clasificada a los Juegos Olímpicos, la joven de 25 años habló mano a mano con La Opinión en el predio de la cooperativa donde se formó como palista y regresa cada vez que puede. Su barrio, su familia, sus inicios en el deporte y el esfuerzo, deportivo y psicológico, que tuvo que hacer para llegar a Japón.
Brenda Rojas tiene la cabeza en Tokio 2021. Lo merece. Luchó para eso, aun cuando la pandemia le modificó el panorama en reiteradas ocasiones y la hizo remar más de lo habitual para quedarse con la plaza de Argentina en K1 200 metros.
Tras su consagratoria actuación en las copas del Mundo de Hungría y Rusia, donde clasificó a los Juegos Olímpicos, estuvo un puñado de días en San Pedro y, antes de instalarse en Nordelta a concentrar, habló con La Opinión en su segunda casa, la Cooperativa Las Canaletas, que es donde se formó como palista y vuelve cada vez que el calendario se lo permite.
Brenda se emociona cuando habla de su lugar en el mundo y valora el esfuerzo que hizo para ser olímpica por segunda vez porque se preparó para eso. Prefiere no pensar en datos y logros, para eso habrá tiempo en el futuro. La charla va y viene. Cada vez que llega a Japón, vuelve a Las Canaletas. Si hay algo que no olvida, es su pasado.
-Siempre es lindo volver al barrio, a Las Canaletas…
-Obviamente. Necesitaba volver y relajarme, tener un poco de paz. Sigo entrenando obviamente, pero me relajo en otro sentido, en la cabeza, en estar acá y tranquila. Tengo que entrenar sola, pero si no entreno con los chicos de la Cooperativa Las Canaletas. Tenía muchas ganas de venir y estar acá.
– ¿Cómo te recibieron?
-Bien, súper bien. Mi familia y todos los nenes del barrio que la mayoría vienen a remar a Las Canaletas. Algunos son mis primos y sobrinos. Me preguntaban por dónde venía porque estaban armando cartulinas, las armaron en dos segundos. Fue hermoso.
– ¿Qué es el barrio Las Canaletas para vos?
-Mi barrio, donde nací, me crie y por suerte se da el deporte que tanto me enganchó. Para mí es todo. Es mi barrio de toda la vida.
– ¿Y el camping de la Cooperativa Las Canaletas?
-Siempre digo que es el lugar que más paz me da en el mundo.
– ¿Cuándo empezaste a remar?
-Empecé de chica porque Giuliano D’Estéfano, el nieto de Juanjo, estaban vendiendo rifas y me invitaron. La verdad que no pensé que me iba a gustar tanto canotaje. Lo iba a hacer por hacer, pero me enganchó el río y la paz, era desenchufarse por completo y no dejé de remar nunca más. Nos enganchamos porque veníamos todos, mi hermana Celina que es más chica y nuestras amistades. Éramos un grupo enorme y eso hizo que nos enganchemos tanto. No sólo remábamos, jugábamos al fútbol y era como estar en el barrio, pero estar acá en el camping.
-Tu hermana Celina era mejor que vos…
-Ella era mejor, yo era muy testaruda. Iba a un Selectivo y me iba a mal y pensaba que no importaba, que tenía que seguir dándole. Tendría 14-15 años. Fueron mis primos selectivos, siempre con la bandera de Las Canaletas, hasta el día de hoy.
-En el último Argentino de Velocidad, en 2019, les fue muy bien aún contra clubes con una estructura más importante…
-El que rema acá tiene que tener muchas ganas porque no es lo mismo que vayas a un club y te pueden brindar todo, un gimnasio, una rampa o una ducha caliente, que ahora tenemos. El que viene acá tiene ganas, pero no lo digo para criticar. Se sabe que vas a venir y no vas a tener la mejor rampa ni los mejores botes. Ahora estamos mejor, hemos crecido. Hay que tener muchas ganas de entrenar, te tiene que gustar. Quizás en otros lugares tenés otras comodidades.
– ¿Cuándo consideras que diste el salto a la Selección Argentina?
-La más importante fue en 2014 cuando corrí el K4 con las chicas en México. Ahí di el paso a poder estar en el equipo y me esforcé para no salir, para que no me saquen. Es la tripulación que fue a Río 2016. Para ese K4 concentramos un montón de chicas para ver quién se subía a ese K4. De todas una iba a ir al K4. Yo tenía 19 años. Había que pelarse el alma, hicimos los controles y quedé yo. Entré al equipo nacional senior.
– ¿Sentís el cariño de los sampedrinos? Muchos se despertaron de madrugada a ver las regatas de las copas del Mundo en Hungría y Rusia…
-Me encanta. En mi familia me preguntaban a que hora remaba y uno de los últimos días ya les decía que no se levanten. Me daba cosa que se levanten a la madrugada a verme. Siempre eran a las 3.00 o 4.00 de acá, era un bajón. Depende la distancia eran regatas de menos de dos minutos.
“yo era muy testaruda. Iba a un Selectivo y me iba a mal y pensaba que no importaba, que tenía que seguir dándole”
Brenda Rojas
-Meses de esforzarse para remar entre 1 o 2 minutos…
-Si. De hecho, llega un momento que cuesta mucho mejorar. Es tan corta la regata, pero cuesta tanto superarse. Hay altos y bajos, a veces estás motivada y pensás en que vas a mejorar y por ahí decís ‘no mejor nada, todo es una cagada’. Es como que tenés momentos de que todo es positivo y momentos en que no mejoras. Hay que tratar de pensar que lo que haces es para mejorar y que va a ser así.
– ¿Cómo estás después de la gira por Europa y tu clasificación a Tokio 2021?
-Muy contenta. Una locura para mí porque siempre las ganas están, pero cuando se hizo el primer Selectivo no pensé que se me iba abrir la ilusión de poder competir por la plaza del K1 200 metros que no estaba confirmada, pero teníamos conclusiones que nos la iban a dar porque se había suspendido el Preolímpico de Brasil.
-Pasó todo muy rápido y con muchos idas y vueltas…
-El tiempo pasa muy rápido y cuando te querés acordar, estas ahí. Tuvimos los controles, competimos y fue todo muy rápido, cuando te ponés a pensar ya estás en la lista de partida por competir por algo tan importante como una plaza. Muchos nervios, ansiedad. Era la primera vez que competía en K1 a ese nivel y al principio tenía muchos miedos porque no quería cometer ningún error como de salir mal o frenar antes de la llegada. Son cosas que se me metieron en la cabeza porque siempre en la proa había otra persona y yo iba atrás. Eran muchos nervios, la noche anterior me costó dormir un montón. En mi primera competencia terminan los 200 metros y sigo remando. Tenía miedo de hasta cometer esos errores. Fue día a día aprender cada cosa, desde salir. Fue un aprendizaje en tres días.
– ¿Cómo fue la competencia interna con Sabrina Ameghino?
-Últimamente por el tema del coronavirus dormimos separadas, pero esta vez nos tocó dormir juntas y definíamos una plaza. Nos llevamos bien, pero fue era un bajón por ella o por mí. Uno piensa que quizás no íbamos a poder sobrellevarlo, pero buscábamos cosas para distraernos, paseábamos y hacíamos otras cosas para tratar de no estar tanto tiempo pensando en eso. Es inevitable, vas a competir y es inevitable estar pensando todo el tiempo en la carrera. Estás nerviosa en todo momento.

– ¿Hablaron una vez concluida la competencia entre ustedes?
-Estábamos las dos para lo mismo y era duro. Yo me pongo en el lugar de ella y es como que siempre ganaba el K1 200 metros y que venga una “pendeja” y se lo saque, debe ser duro. Ella es madura y profesional, me felicitó, me dijo que me lo merecía y no hablamos mucho. Hablamos después que terminó la competencia, fue muy cerrado por lo que le gané.
– ¿Eso ayuda a elevar el nivel?
-Si, totalmente. Teníamos que ser más chicas. Se dio en el K1 200 metros que peleamos y está buenísimo que haya más nivel así sube. Si siempre hay una, siempre está ella y hay que subir, la competencia hace eso, que el nivel suba.
– ¿Se quedaron con las ganas de competir juntas en el Preolímpico?
-Si, obviamente. Hubiese estado bueno porque hubiese viajado todo el equipo también. Las cosas se dieron así y gracias a Dios que teníamos esa plaza por lo menos.
– ¿Te pusiste a pensar que vas a ser la primera palista del país en competir en dos Juegos Olímpicos?
-No, esas preguntas siempre las hacen. No lo pienso así, porque si me rompo el alma es para eso. Obviamente que puede no darse, pero no pienso así.
– ¿Qué sería para vos un buen juego olímpico?
-Hacer final A. Difícil. Los tiempos son muy relativos. Ahora en las copas del Mundo en Hungría y Rusia fueron muy altos porque todas las competencias fueron viento en contra. Tampoco sé en este momento.

– ¿Japón conoces?
-No. Conocí muchos países, siempre digo que conocí antes del otro lado del charco que Río Tala, por decir algo. Conocí un montón de lugares antes que mi propio país. Es la posibilidad que me dio el canotaje.
– ¿Hay tiempo para conocer cuando viajas a competir?
-Hay países que pude recorrer y otros no. Por lo general nunca podemos recorrer. Capaz estuve en Alemania, por ejemplo, pero de la pista al hotel y viceversa. A veces tenemos la suerte de que tenemos unos días para pasear. Hemos ido a concentrar a España y los fines de semana libres nos tomábamos un tren o taxi y nos íbamos a pasear. Pero no tenemos la posibilidad de que en cada lugar que vamos recorrer y conocer.
– ¿Sos de investigar los países a los que vas?
-No, voy y si paseamos nos van contando. No soy tanto de buscar. Lo que sí busco es el clima para ver que me llevo. Ahora pasamos mucho frío. Sí me gusta recorrer, me encanta pasear, es hermoso.
– ¿Cómo convivís con el desarraigo?
-Lo que más rápido se me pasa es cuando compito. Esos días no pienso en que extraño ni nada. Estoy en la competencia. Los días de concentración o después de la competencia se hace duro, quiero apretar un botón y estar en mi casa o con mi novio y que me abrace. No es sacrificio porque hago lo que me gusta, pero son las cosas que hay que aguantar.
– ¿Y con el coronavirus?
-Trato de no pensar tanto, ahora estoy bien y al viajar estamos muy normal. Entrenando y eso hacemos vida más normal. El otro día en Europa pensaba que en Argentina estaban de vuelta en Fase 1, pero cuando volví noté que no era tanto como al principio que estaban tan encerrados. Es una locura este virus.

– ¿Tomás recaudos para evitar contagiarte?
-Nos cuidamos. Entre nosotras con Sabrina Ameghino no tomábamos mates hasta que teníamos la PCR negativa. Nos hisopaban a cada rato. Usamos barbijo, no tomamos mate con nadie más que entre nosotras después del PCR. Acá en San Pedro no ando tomando mates ni siquiera con mi familia, aunque es igual porque convivo. Trato de no hacerlo y de cuidarme. No dejo de vivir tampoco, no dejo de abrazar a mis sobrinos porque no me voy a ir de Argentina sin darles un abrazo. Si me lo tengo que agarrar, me lo voy a agarrar en cualquier lado. Tengo la fe que no me lo voy a contagiar. Cuando nos empezaron a hisopar dije que no me lo iba agarrar y por ahora vengo siempre negativo.
– ¿Tus sobrinos entienden lo que has logrado en el deporte?
-Son muy chiquitos. Mi hermana y mi sobrino mayor entienden más, Pía hace canotaje acá en Las Canaletas y rema. Siempre me escribe, me hace videollamadas y me pregunta, es muy curiosa. Me pregunta todo de canotaje y está interesada en el tema. Le regalé un bote que tenía acá, uno rosa que no usaba y estaba acá. La veo muy enchufada con canotaje y el grupo, la veo como en mis comienzos, re enchufada con Las Canaletas. Ella no hacía ningún deporte antes.
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