Caso Marzorati: la trama de tráfico de bebés en la que aparece la partera que firma su partida de nacimiento
El sampedrino Enrique Marzorati denunció a sus padres por supresión de identidad tras descubrir que la documentación relacionada con su nacimiento fue adulterada. Su partida la firmó Rosa Martínez de Poggi, una de las denominadas "parteras del horror" que aparece en una oscura trama de compraventa de bebés.
La revelación del caso de Enrique Marzorati en Infobae la semana pasada sacudió a San Pedro. Miembro de una histórica familia de comerciantes del centro, denunció a sus padres por “supresión de identidad” tras descubrir, gracias a su trabajo en el Renaper, adulteraciones en la documentación de su nacimiento que alimentaron las sospechas que tuvo siempre respecto de que no era su hijo biológico.
El sábado, Enrique Marzorati contó su historia en Sin Galera. En una extensa entrevista, contó en detalle una trama en la que su caso es un eslabón de una cadena que parece infinita: el tráfico de bebés entre 1956 y 1983, con una red denominada “las parteras del horror” de la que forma parte la que firmó su partida de nacimiento.
Los grupos que trabajan desde hace años para reconstruir historias de supresión de identidad que no necesariamente están ligadas a las víctimas de desapariciones forzozas cometidas por las dictaduras militares lograron conformar una lista de parteras que firmaron partidas de nacimiento en las que se hizo pasar como padres biológicos a parejas que no eran los verdaderos progenitores de cientos de bebés.
Las parteras del horror que tiene registradas son, hasta ahora, 17. Entre ellas, Rosa Martínez Sa de Poggi, la que firmó el certificado de nacimiento de Enrique Marzorati. AL igual que él, hay otras personas cuyas partidas fueron firmadas por ella y que revelaron una historia similar al descubrir que no eran hijos biológicos de sus padres.
Los relatos de quienes atravesaron situaciones similares son coincidentes. Son más de 150 y permitieron, gracias a la tarea de grupos como Víctimas Red de Parteras Unidos, atar cabos que establecieron conexiones entre las parteras, lo que alimenta la sospecha sobre una organización bien aceitada para la tarea.
La detención en octubre de 1976 de la partera Marta Rosignoli reveló la primera parte de la red, cuyas ramificaciones se siguen extendiendo a medida que aparecen casos que permiten vincular más personas a la trama. Cuando una de las víctimas le inició una causa a Rosignoli, ella misma, a través de una carta, enumeró un grupo de parteras con las que trabajaba.
Es el caso de Violeta, una mujer que reside en España y que nació el 19 de octubre de 1976, el mismo día en que una comisión policial llegó al bario porteño de Villa Urquiza para detener a Marta Beatriz Rosignoli de Nardo, sindicada como la líder de una organización dedicada al tráfico de bebés. Ese día detuvieron a 15 personas, incluida la partera.
Cuando la policía llegó, Rosignoli intentó escapar por los techos de edificios vecinos. Iba con dos bebés recién nacidos bajo el brazo. Violeta era una. Rescatada, fue adoptada luego y más tarde, cuando llegó a Abuelas de Plaza de Mayo en busca de su identidad, se le reveló que no aparecía entre los nietos que buscaban como víctimas de la dictadura cívico militar sino de otra trama delictiva.
Violeta logró encontrar a su madre biológica. Entendió así cómo funcionaba la red de tráfico. La mujer que la tuvo en esa clínica clandestina también había pagado a la partera. Lo que hacía la red, luego, era vender esos bebés a matrimonios que no podían tener hijos.
En el grupo de víctimas, la aparición del caso de un hombre que nació en enero de 1976 y que tenía un mellizo permitió establecer conexiones entre Rosignoli y Ofelia Pintos Lemos, otra de las parteras sindicadas como líder de la red y a la que se vincula Rosa Martínez de Poggi: a él le firmó la partida Pintos Lemos y a su hermano, Marta Rosignoli, ambos registrados como nacidos en el mismo lugar el mismo día.
Las crónicas periodísticas de la detención de Rosignoli y otras 14 personas en octubre de 1976 señalan que todo comenzaba con madres solteras de humilde condición y terminaba en matrimonios pudientes que pagaban entre 3 mil y 10 mil dólares o entregaban automóviles y terrenos como pago.
La aparición de casos que van al menos hasta 1983 y que vinculan a parteras y médicos conectados con la red desbaratada en 1976 dan cuenta de que con esas detenciones no se terminó el tráfico ilegal del que, por lo visto, formaban parte muchas personas en distintos puntos del país.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión