Comedores escolares: cuánto dinero se destina al almuerzo o desayuno de los alumnos
Son más de 8.000 los menores que reciben las raciones diarias. Consejo Escolar cuenta con 10 menús aprobados por una nutricionista. Cuando hay paro no se come y cuando hay clases "las cocineras hacen maravillas".
“Los cocineros en las escuelas hacen maravillas. Muchos de ellos saben cómo conducirse con las provisiones y van más allá en lo nutritivo de lo que está estipulado en cada menú”, dijo La Opinión alguien con experiencia, que siempre estuvo ligado a la realidad diaria de las escuelas del distrito.
Excepto tres establecimientos, el resto asiste a miles de alumnos con el desayuno o merienda, y con el almuerzo. Para ello, el Consejo Escolar recibe todos los meses un monto fijo de dinero.
Después, sobre la base de un menú estimativo que se ajusta a lo que indica la nutricionista regional, se procede a llamar a licitación para la compra de los ingredientes. Y ese dinero debe alcanzar. Si se excede de lo percibido, no hay manera de obtener un complemento.
¿Con cuánto pesos se alimenta a los más de 8.000 alumnos en San Pedro? La Dirección General de Cultura y Educación remite $ 844 para el almuerzo y $ 408 para la merienda, por día, todos los meses. Estos valores no se actualizan desde julio último.
Obviamente que no alcanza para una alimentación ideal, pero tampoco los chicos sólo consumen “comida de olla”. El cerdo y el pollo también están presentes, y si los valores obtenidos en cada licitación arrojan un saldo positivo, hay lugar para el queso, el dulce batata, el dulce leche y hasta para las frutas.
Son 10 menús que se van alternando y variando de acuerdo a la época del año. No es lo mismo invierno que verano. En la época estival hay “menos ola”.
También forma parte la leche, que no deja excluidos. Hoy un litro cuesta $ 1.000 como mínimo y una de primera marca $ 1.400 en el mercado, por citar una referencia.
Después de sobreponerse a los cruciales primeros meses del año, con aumentos de precios incomprensibles en los alimentos y un escaso aporte de la Provincia que despertó la queja de muchos consejeros en diferentes distritos, con el paso de los meses se fue atenuando y permitió manejar el dinero con menos apremios.
Un ejemplo son las licitaciones, que se hacían en períodos más cortos. Ahora es bimensual y posiblemente pase a ser trimestral en el corto plazo.
Siempre se compra lo necesario, nada de más. Existe el criterio de evitar la acumulación de productos en las escuelas, bajo el riesgo de que se venzan. Esa regulación del suministro también tiene su aspecto positivo.
Desde el Consejo cada peso que sobra se gasta en los chicos, con adicionales como los alfajores para el Día del Niño, las facturas para el Día de la Primavera o las vainillas, los bizcochos y la mermelada en otras ocasiones.
Hay otro factor fundamental, regido por la oferta y la demanda. En cada licitación se presentan varias empresas, y “eso contribuye a bajar el gasto porque compiten mucho entre ellas”, apuntaron.
También cabe mencionarse la entrega de cajas con alimentos, una licitación aparte, pero que también cumple el Consejo Escolar. En este caso, se requieren 4.450 unidades, que contienen 15 productos.
La última licitación se ganó con $ 12.876,25 por cada caja, siendo la adjudicataria una empresa de San Nicolás. Sí, más de $ 57 millones cada 30 días.
La pobreza es una problemática que impacta de manera significativa en diversos ámbitos de la vida, especialmente en el contexto escolar.
Uno de los aspectos críticos es la alimentación, que se refleja en su rendimiento. Una dieta deficiente puede dar lugar a problemas de salud que, inevitablemente, repercuten en la capacidad de aprendizaje.
En la Argentina es alarmante observar a miles de alumnos que no desayunan y que esperan hacerlo en la escuela, limitando su poder cognitivo, además de otras dificultades que se refleja en su desempeño escolar.
A su vez, quizás muchos de ellos, la noche anterior, se fueron a la cama con un mate cocido y una porción de pan, o tal vez con el estómago vacío.
Ha quedado señalado en los últimos años que “los docentes están más atentos a la alimentación de los escolares que a la enseñanza”, una manera simbólica de definir la realidad educativa y el retraso social, que se palpa en los establecimientos, reflejo de una subsistencia agravada con el paso del tiempo.
Claro que existe la enseñanza. Pero sería más productiva si estuviera inmersa en otro contexto socioeconómico.
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