¿Los récords de Agenor Almada en el agua son mejores que la medalla dorada de Naldo Ansaloni en los Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951? ¿La trayectoria de Raúl Llusá, con podios en los maratones más importantes del mundo, supera lo conseguido por el equipo de Náutico, cuando llegó a la élite del vóley? ¿Cuáles de estos deportistas tiene la campaña más valiosa?: ¿Lorenzo García en el boxeo, Fernando Ortiz en el canotaje, Ludmila Manicler en el fútbol femenino, Martín Fernández en el básquet, Adrián Biglieri en el padel? ¿O Juan Estrada, quien desde los potreros sampedrinos llegó hasta el arco de la selección nacional de fútbol? ¿Dónde colocar la medalla plateada de Emilio Homps en los Juegos Olímpicos de Londres ’48? Los títulos en categorías nacionales de automovilismo de Osvaldo Morresi o Sergio Solmi, ¿dónde habría que ubicarlos? La pasión popular que despertaron los combinados sampedrinos de fútbol en 1941 o el de 1991-1992 bajo el nombre de Pescadores, ¿qué lugar ocuparían? ¿Y las tres participaciones olímpicas de Julio Alsogaray o la consagrada trayectoria de Silvio Velo? Más y más preguntas con otros tantos deportistas.
La lista podría ser casi interminable y mezclaría –en cantidades desparejas– deportes, décadas y/o momentos determinados. Cada hincha tendrá “su” deportista, y será tan válido como otro que expondrá el suyo con igual intensidad o emoción. Las comparaciones son odiosas, repetía un conductor de televisión hace varios años. Pero, aunque no fuese exactamente así, resulta imposible medir deportes colectivos o individuales, situaciones distintas, épocas diferentes o repercusiones de consideraciones varias de acuerdo a la existencia de medios gráficos, electrónicos o digitales.
En este juego que propone La Opinión, lo más destacado es la huella que cada deportista dejó para dar forma a lo que continúa en construcción permanente. En nuestra ciudad, el río ha sido y es referente ineludible, pero no el único, para la aparición de talentos. En buena hora que haya cantidad porque es la base para que aparezca la calidad. Y en ambos casos hay que observar con especial atención a los clubes porque fueron –y son– el gran semillero en el desarrollo deportivo de la Argentina, y del que San Pedro no está exento.