Depredación de peces para Semana Santa
La colocación de tejidos y redes para atrapar peces de pequeño porte en la desembocadura del Río Arrecifes y El Tala alertó sobre prácticas de comercialización prohibidas expresamente. Los organismos de control no tienen inspectores suficientes y los operativos para el traslado terrestre brillaron por su ausencia hasta el lunes, cuando este medio publicó la noticia.
Quienes se dedican a la actividad de manera recreativa y deportiva, aun aquellos que tienen en la pesca su fuente de trabajo, se indignan frente a las prácticas que observan en los riachos de la zona.
Esta semana, especialmente en la desembocadura del Arrecifes y en la zona de El Tala, la situación se volvió extrema porque no hay quién controle el tendido de redes de malla estrecha que se lleva la fauna ictícola depredando sin piedad y provocando daños irreversibles.
Así lo relataron varios testigos que vieron cómo los verdaderos pescadores que sacan piezas individuales para comer o comercializar a baja escala quedaban mudos frente a al menos una camioneta que viajaba cargada hasta el techo y sin refrigeración con mercadería para revender en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Esa noticia fue publicada en la web de La Opinión y el lunes, poco después de las 18.00, gendarmería detuvo en la Ruta 9 a ese rodado y encontró conservadoras con el pescado en condiciones de ser decomisado.
La fiscalización resulta difícil, incluso cuando se han logrado secuestrar cargamentos que tristemente se recuerdan en la zona cercana al puerto por parte de empresas entrerrianas que dejaron secuelas que duraron años.
Los entendidos sostienen que el tiempo que se tarda en recrear las condiciones para el normal desarrollo de los frutos del río no se recupera no sólo porque se extraen las pequeñas crías sino por la creciente contaminación de las aguas. Los guías que se dedican a este tipo de turismo y que conocen los recovecos de las islas han elevado sus quejas en muchas oportunidades porque incluso llevan en sus embarcaciones grupos de pescadores que vuelan exclusivamente a Buenos Aires, desde distintas partes del mundo, para participar de un tour de pesca en la que sólo comen alguna de las piezas que extraen y el resto es devuelto al río.
Semana de Santos Negocios
Durante las últimas dos semanas, los talenses vieron circular una camioneta sin refrigeración que cargó al menos en tres oportunidades miles de kilos de pescados de poco porte con destino a la venta en zonas densamente pobladas en la provincia. Nada de control bromatológico, nada de facturas y mucho de tráfico a buena escala. Tienen sus acopiadores en la zona y son los dueños de las redes que se tienden, por ejemplo, en la desembocadura del río Arrecifes y en El Tala. Al menos doce largas mallas se extendieron durante las últimas tres semanas para llevarse sin mucho esfuerzo grandes cargamentos como el requisado el lunes. Según varios vecinos, entre ayer martes y hoy miércoles había otros cargamentos previstos.
El sábado un testigo llegó a La Opinión para quejarse: “Para que tengan una magnitud del daño, una sola persona la semana pasada vendió más de 7.000 kilos de pescado a unos paraguayos que vienen desde Capital a buscarlos”, y al ser repreguntado por la cantidad señalada, lejos de dudar, la confirmó. “Para los que nos gusta la pesca deportiva, es una aberración esto. Están haciendo stock para Semana Santa”, completó, sin saber que 48 horas después su queja ocasionaría el primer operativo conocido sobre la ruta.
El domingo este medio recibió nuevos testimonios. “Estuvo la combi blanca de los paraguayos en Río Tala buscando pescado. Un tal… hermano de… le vendió una importante cantidad de kilos. La combi tiene una particularidad, la parte trasera es cerrada, sin puertas, estuvo parada en inmediaciones de la plaza. Se vende a razón de 20 pesos el kilo, o sea quien vendió 1.500 kilos obtuvo la suma de 30.000, no importa tamaño ni especie”. Este mismo vehículo fue el que demoró Gendarmería en la zona del peaje de Zárate.
Sin inspectores
Río Tala goza de cierta privacidad pero en zonas que están a la vista de todos y aledañas al puerto o en la zona de Canaletas también los acopiadores tienen su negocio. Los controles están ausentes.
Además de las disposiciones nacionales que regulan calendarios y controles, la Provincia de Buenos Aires tiene sus propias normas. El organismo existe pero casi no tiene inspectores disponibles y mucho menos para recorrer todo el territorio bonaerense.
Organismos de la provincia de Entre Ríos y Buenos Aires han trabajado en un protocolo conjunto para evitar la depredación, pero la reglamentación de la legislación que regirá para amos estados aún no tiene una estructura que permita una eficaz inspección no sólo en las cuencas fluviales sino en las rutas, por las que se traslada tanto el pescado destinado a las industrias como al consumo directo. Así las cosas, en cada Semana Santa el tema se instala como urgente e importante pero meses después se olvida.