El coronavirus se llevó 100 vidas: historias de vecinos víctimas de la pandemia que cambió el mundo
Con 18 decesos en abril, San Pedro llegó a la centena en menos de un año, en medio de la segunda ola. Todos tejieron su historia en la sociedad y dejaron un vacío imposible de llenar.
Sonaba poco probable el 20 de marzo de 2020, cuando Alberto Fernández decretó la cuarentena por la llegada del coronavirus a Argentina, que en San Pedro haya contagiados. Mucho menos imaginable los fallecidos. Cuando el doctor Gustavo Marín contrajo la enfermedad el 13 de mayo la ciudad se conmocionó y el miedo aumentó. 353 días después, a casi dos semanas de cumplirse un año de aquella jornada inédita, hay 3.032 infectados confirmados por hisopado y 100 muertos.
En la lista, la víctima que abrió la centena es Roberto Tettamanti, un hombre de 76 años que falleció el miércoles 28 de abril de 2021 en la Clínica San Pedro, el centro de salud que, por obra del destino, más decesos anunció, incluso antes que el Hospital y el Sanatorio Coopser. Tampoco hubo vecinos que, por diferentes motivos, perdieron la vida en su casa o lejos de su pueblo.
En el último mes, en el que comenzó la segunda ola de COVID-19 y los casos positivos se multiplicaron sin cesar, hubo 18 muertos, cifra récord aun cuando resta un día para concluir el período. La nómina la inició Ana Rita Robles (75 años) y la continuaron María Elena Gómez (69), Néstor Lagar (59); Normanda Lucía Mascimo (90), Jorge Escobar (60), Raúl Llul (57), Elsa Nora Ferraris (85), Manuel Andrés (87), el productor rural Pablo Rolfo (68), Stella Maris Santachita (73), Oscar Toth (65), Héctor Romero (63), la docente Zulma Trepat (86), el mecánico Roberto “Pato” Barbieri (72) y la riotalense Marta Spago (80).

La primera víctima fatal del coronavirus fue, el 30 de junio de 2020, Ricardo Píriz, un hombre de 83 años oriundo de Río Tala quien no fue asistido a tiempo y murió en su casa, rodeado de su familia y todavía sin el resultado del hisopado que le habían practicado días antes. Paradójicamente, el segundo fue, el 8 de julio, su yerno Silvestre Ramón Oscar Rodríguez, de 58. Desde el principio, la pandemia pegó con todo y, cuando todavía muchos descreían de su fuerza, una familia la vivió en carne propia. En ese mismo hogar, la hija y el nieto de Ricardo sobrevivieron a la enfermedad gracias a los cuidados que recibieron en el Hospital.
A ellos siguieron Roberto Vargas (85 años), Julia Rosa Iwasin (86), Zulma María Welz (78); Miguel Ferroni (65), Alejandro Mik (84 años); Emilce Liñero (87), Ramona Ponti (94), Bernardo Ferroni (68), Manuel Novo (70), Rubén Aguirre (65), Juan Rodríguez (66), Pablo Pérez (52) y Roberto Clapcich (77), director y profesor de la Escuela Industrial que nació a tres cuadras de La Bombonera.

En agosto del año pasado se produjo el deceso de, hasta el momento, la víctima más joven del COVID-19: David Saccá, un joven con discapacidad de 28 años. Dos semanas después falleció su mamá, Rosa Raquel Bernardi, de 66. La situación fue por demás dolorosa para la familia porque ambos fueron contacto estrecho de un familiar al que, tras ser confirmado como positivo, lo aislaron en el Tiro Federal con ellos, aun no habiendo presentado síntomas.
Después de Héctor Muñóz (75 años) y antes que Bernardi, el distrito despidió a Federico Basaldúa quien, con 32 años, es el segundo ciudadano de menor edad que murió tras contagiarse. Ramón Guilmen (54 años), Mirta Sallustio (76 años), Domingo Mangioni (71), el empleado municipal que se desempeñaba en la plazoleta Fray Cayetano Rodríguez Jorge Epelde (65) y Nélida Ferreyra (89) perecieron antes de Antonia Capó de Obrador, la vecina de más edad -95- que no pudo recuperarse.
Antes de la primavera de 2020 fallecieron José Raúl Astorga (61 años), Nilda Morales (77) y Guillermo Curra, un vecino de 50 años trabajador independiente dedicado a tareas relacionadas con la refacción en hogares. Entre ellos, María De Paul (71), la esposa de Domingo Bronce que, aun en funciones como delegado de Río Tala, sucumbió a propios y extraños el 23 de septiembre cuando se confirmó su deceso.

La ausencia de Bronce es la que más conmovió a la sociedad porque dedicó su vida al servicio público. Militante radical, en 1983 el “Bebe” Farabollini vio en él a un dirigente barrial importante. El camino de la política lo llevó al Concejo Deliberante en 1993, donde no dejó de lado sus convicciones por mandatos partidarios. Por eso hasta lo expulsaron de la UCR.
Jefe del Corralón, Inspector General, director de Red Vial, subdelegado de Vuelta de Obligado, director de Protección Ciudadana y en, sus últimos días, delegado de Río Tala. Su legado está vigente y su nombre quedó inmortalizado en un espacio público en El Amanecer, el barrio en el que, incansablemente, impulsó mejoras para su vecindario, sobre todo los chicos.
Aunque todas las vidas tienen su historia, hubo vecinos que el COVID-19 se llevó que fueron reconocidas por su actividad pública. Gustavo Alcorta es uno de ellos. El militante peronista, social y barrial desde adolescente falleció el 27 de septiembre en el sanatorio Coopser. De familia de comerciantes, se recibió como ingeniero químico en el Instituto de Tecnología Celulósica Papelera en la Universidad Nacional del Litoral y trabajó en muchos años en Celulosa.
Desde su banca, cuestionó los gastos de la política y hasta renunció a la presidencia de su bloque por diferencias internas, lo que provocó un cimbronazo en el Justicialismo local durante el gobierno de Julio Pángaro. Retirado de la función pública, no dejó nunca de ser un referente para las nuevas generaciones de militantes.
En abril de 2021 hubo 18 muertos con coronavirus
En la docencia caló hondo la muerte de Graciela Bortoloti a los 75 años. La mujer inició su carrera en el colegio San Luis Gonzaga, el colegio privado de varones, y siguió como maestra en el Hogar Gomendio. Posteriormente, fue inspectora en la educación primaria y, una vez jubilada, directora en el colegio Nuestra Señora del Socorro. También se desempeñó en Cáritas, donde fue presidenta de la Comisión Directiva y trabajó como colaboradora en cada una de las colectas.
El deporte es otro de los rubros que no zafó. Emilce Contreras, un hito de la educación física, falleció a los 86 años. Junto a Luis Franzoia, fue la primera persona en estudiar educación física en Capital Federal en el ISEF Nº 1 Enrique Romero Brest. Además, trabajó en las escuelas Normal, Industrial, Comercial, de la que también fue directora; y en la de Santa Lucía. Por último, fue secretaria del Centro de Educación Física (CEF) Nº 14, inspectora de Educación Física en San Pedro y Pergamino y funcionaria de la Municipalidad en la Dirección de Deportes y Turismo.

El dirigente de Mitre Egidio Fuertes (75 años) y los exfutbolistas Roberto Raúl Trotta (67), ídolo de Independencia y campeón con San Pedro en el torneo Hermanos Brown; y Gustavo Marcelo Epelde (49), la víctima número 70, fueron otros de los nombres ligados al deporte que fenecieron durante la pandemia que cambió la historia del planeta.
La larga nómina llegó a 59 decesos en 2020. En la última parte del año San Pedro despidió a Adriana Epelde (60), José María Iglesias (94), Héctor Gesari (75), Reynaldo Giménez (62), Esteban Gauna (49); Miguel Ángel Mir (68), Carlos Alberto González (67), Juan Tissera (66), Gregoria Aguirre (82), Egidio Roberto Focaraccio (76), Miguel Ángel Pugliese (72), Esberto Bueno (78), Stella Maris Barreto (62), Olga Esther Nouet (62), Carlos Correa (88), Isidoro Silva (71), Vilma Galeotti (78), Estela Maimo (82), Alberto Antonio Sanso (80), Raúl Arbuatti (66), Celina Curra (86), Alberto Guillermo López (72), Ángel Rodolfo Marocchi (60), Ramón Andrés Fernández (65), Antonia Sansó (89) y Oscar Oggier (55).
En 2021 se contabilizaron, hasta llegar a 100, 41 fallecidos. El primero fue el 2 de enero Claudio Berola, de 64 años. Continuaron Juan de la Cruz Paz (82), Hugo Vázquez (88), Araceli Tomé (93), Carlos Fernández (56), Arturo Barbosa (86), Hemilce Bevilacqua (69), Carlos Tamburini (61), Nicolás Mastroiani (84), Gregorio Camacho (43), María Erelida Ansaloni (85), Susana Sánchez (66), Alicia Beatríz Catalán (76), María Ortíz (76), Nelly Caliman (84), Adalberto Duró (80), Mario Fernández (42), Andrés José Bernat (76) y Alberto Arnaldi (72).
Entre medio, la Secretaría de Salud registró la muerte de Phanh Bannavong, una ciudadana oriunda de Laos de 61 años que estaba internada en el Hospital. La mujer había obtenido la ciudadanía argentina en 2015 y hace aproximadamente un año residía en San Pedro.
En menos de un año la pandemia de coronavirus forzó la muerte de 100 vecinos de San Pedro que tejieron su historia en la sociedad y, en mayor o menor medida, la marcaron. Todas golpearon, algunas con más fuerza que otras, y dejaron una huella imborrable en un contexto triste pero histórico del que todavía no se ve la luz al final del túnel.
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