Hola Lili, mi pregunta es esta, y no es para vos directamente, sino más bien para que me ayudes a entender… el miedo de los periodistas… los famosos Periodistas que las Madres de Plaza de Mayo les simularon un juicio y los encontraron culpables, los mismos que estuvieron con Diputados y Senadores, exponiendo sus miedos, y también el nivel de persecución por una pegatina de afiches…, ahora me pregunto ¿qué clase de miedo experimentaron estos señores y señoras, cuando 106 periodistas fueron desaparecidos, ya no, los jóvenes militantes sindicalistas, estudiantes, trabajadores, todos asesinados, además de los bebés que fueron tomados como botín de guerra, sino por los 106 compañeros suyos. ¿Sintieron miedo? Mmm… imagino que no, ellos no corrían peligro, la sangre asesinada era de otros compañeros. Los famosos periodistas entendían que se iba por el buen camino, y así lo escribieron. Es muy raro el actual miedo de esta gente, es raro, porque estas personas estuvieron acostumbradas a lidiar con seres como Massera, Bussi, Camps, Videla y ahora sienten su seguridad perturbada porque unas viejitas (con una trayectoria de lucha pacífica como “Las Madres”), que se juntan en Plaza de Mayo para demostrar, que mientras sus hijos morían en cámaras de torturas, los asustados periodistas de hoy, hablan de lo bien que se vivía en el Proceso de Reorganización Nacional, es paradójico.
Por eso te escribo, para que me ayudes a mirar, porque pareciera que estoy viendo al revés la realidad. Cuando se entrelaza la mirada y la memoria se abre una puerta.
Yo era chico en los ´70, pero recuerdo que, al papá de un compañerito de la escuela, como a mi profesor de gimnasia y al mejor amigo de mi padre, los “chuparon” por un buen tiempo. Yo vivía (y vivo) en calle de tierra, y no era frecuente que pasaran autos, así que cada vez que en la madrugada pasaba uno, mi madre se despertaba, pensando cada noche que venían a buscar a mi padre. Nada le pasó a él, pero imagino al coloradito de mi salón, el miedo, el verdadero miedo que sintió cuando se llevaron a su papá.
Hoy se que hubo miles de personas como estas y que no volvieron más.
Por eso cuando escucho que este gobierno es comparado con la dictadura, yo siento que estas palabras tienen un alto de irresponsabilidad y falta de respeto, por tanta gente como “el coloradito y su padre, que la experiencia del miedo fue otra cosa, más cruel e inhumana que un acto en una plaza, que afiches en las calles.
No hay periodistas censurados no hay canales intervenidos ni diarios cerrados.
No hay represión para los piqueteros que cortan calles, ni para los ruralistas que cortaron rutas nacionales. Años atrás, con otros gobiernos, estas mismas medidas, costaron vidas.
Pero tal vez yo no sepa mirar, por falta de experiencia o capacidad crítica, y todo esto sea el preámbulo de otro genocidio como denuncian los periodistas famosos, y este Gobierno en vez de construir CIC Centro de Integración Comunitaria por todo el país, lo que en verdad está haciendo sean CCD Centros Clandestinos de Detención.
O Tal vez ya están tirando periodistas al río desde aviones y no sabemos nada.
Quizás debajo de los pañuelos blancos de estas viejitas se disfraza un escuadrón de tortugas ninjas entrenadas en Cuba o en Venezuela y que el Gobierno usa como fuerza de choque contra grupos disidentes.
O el humo que viene de las islas y que a veces tiñe la ciudad, sea por la quema de libros y de periodistas que investigan al Gobierno
Pero no creo. No, no lo creo.
Y espero que vos no tengas miedo, para que sigas laburando, con la valentía y la capacidad de trabajo que siempre te ví, porque si el gobierno te secuestra o te mata, a mí, por escribir esta carta diciendo que no pasa nada, por pensar que vivimos en un estado de derecho, con tiempo, otras madres, otros hijos, desde alguna plaza me encontraran… culpable.
Jorge, Coqui López.
N. de la R.: Estimado amigo y compañero de tantas luchas por el sostén de las producciones locales televisivas; respetado y querido artista de la imagen que ayudó a demostrar que la prensa libre e independiente es posible; protagonista de epopeyas en la búsqueda del mejoramiento de la comunicación, ¿cómo explicarte que el miedo no es a la muerte?
La muerte es la única certeza de la vida. No tengo ese miedo. El miedo es el que acorrala, estigmatiza, presume, culpa, señala impunemente e instala la sensación de que “ya no conviene decir algunas cosas o expresarse” por temor a quedar en situaciones que nos lleven a un enfrentamiento aún más profundo que el que estamos viviendo aquellos que, aún convencidos de las intenciones por la aprobación de la Ley de Medios, no comprendemos el motivo por el cual los trabajadores de la comunicación locales seremos aniquilados por un monstruoso y poderoso aparato gubernamental que actúa con las mismas armas del monopolio al que dice combatir. Alguna vez te lo dije cuando Telesistema peleaba con Canal 4 y poco a poco, cuando Multicanal llegó a obtener su posición dominante desmanteló nuestras ilusiones y con ellas la posibilidad de dignificar la profesión siendo leales a los habitantes del pueblo donde vivimos y parimos nuestros hijos. Ese es el miedo del que hablo. No creo que Magdalena Ruíz Guiñazú sea cómplice de la apropiación de niños y son esas actitudes cobardes de quienes desde el anonimato la ensucian a punto tal de desconocer la verdad histórica. Mucho antes y a destiempo fui una joven que creyó en el Juicio a las Juntas cuando era realmente peligroso; en el Congreso Pedagógico Nacional, en la democratización sindical (Ley Mucci), en el Programa Alimentario Nacional (hoy, asignación universal porque la pobreza crece). Sí, creía hasta que no creí más.
Soy un poco más vieja y por ende acostumbrada a vivir en dictaduras consecutivas. Recuperar la democracia fue nuestra misión en los años de mayor energía. Celebro haberlo vivido y protagonizado, cuando no era tan fácil andar por la calle vociferando nuestras libertades. Se de Semanas Santas, Seineldines y Tabladas detrás de un micrófono. Por eso es el miedo, por el odio que comienza a inyectarse en las miradas de quienes como hermanos en la Argentina de TODOS empezamos a ver a quien piensa distinto como un enemigo. No es cierto que este gobierno no reprime. Sí, reprime a los oprimidos, excluye a los que disienten y ocupa rutas con miles de gendarmes y prefecturianos para cuidar a los adalides de la soja. Eso también lo hemos visto. Aquella noche cuando los Albatros cruzaron la ruta en la protesta del campo recibí un leve golpe de borceguí en la pierna que refrendó recuerdos de otros tiempos. Detesto la mentira o las memorias parciales. A eso sí le tengo miedo, porque sueño con un país que nos contenga a todos, nos respete, nos incluya sin prejuicios. Ojalá me equivoque y mañana pases con la cámara al hombro para seguir reflejando lo que pasa en cada rincón de este pueblo donde las hijas se reciben de madres antes de haber tenido tiempo de jugar y la corrupción abunda en todos los sectores. Porque siempre estuvimos del mismo lado y porque ahora está de moda estigmatizar, me permito esta respuesta personal. Gracias por tu sinceridad y tus nuevas luchas. No le hagamos el juego a ese falaz enfrentamiento de gigantes que mañana volverán a darse besos obscenos.
Lilí Berardi