Hace unos días pasé por la AFIP y vi las tareas de demolición de lo que fue la casilla de información turística que ya tenía un final anunciado.
Mientras esperaba a que abriera la sede, un hombre que estaba parado junto a mí dice: “Qué manera de tirar la plata. ¿No?”, a lo que respondí afirmativamente y acoté: “Nuestra plata”. El hombre asintió con la cabeza.
Hoy quiero contarles brevemente sobre las escalas de una intervención urbana.
Por un lado, tenemos la “peatonal” de San Pedro, donde la demolición de esta casilla es un ejemplo perfecto de la falta de observación y estudio de lo que San Pedro realmente precisa. Fue, a mi parecer, un experimento en el lugar equivocado y con una escala que no corresponde con lo que la ciudad necesita.
A San Pedro se la define como “La Capital del Mini Turismo” por su belleza natural y la tranquilidad que les ofrece a nuestros invitados.
Las intervenciones parciales permiten incorporar nuevos parámetros urbanísticos que redefinen el comportamiento de determinados sectores, teniendo la ventaja de producir alteraciones afectando otras áreas. El caso de la “peatonal” perjudicó no sólo a la actividad comercial, sino también al tránsito céntrico.
En el mientras tanto, somos nosotros los que la transitamos y vivimos el día a día. Caminando sus veredas con naranjos, sus plazas con bancos, plantas y árboles, y disfrutando de la cercanía entre las zonas por la escala misma de la ciudad.
El centro, atestado de marquesinas horrorosas, plantea un tamaño de vereda que responde correctamente al tráfico peatonal que, en mi opinión, no tiene la necesidad de expandirse en una plataforma aún más grande como lo son esas dos cuadras que interrumpen el tránsito vehicular en un punto neurálgico del centro.
Ahora bien, me pregunto cuáles son los lugares en los que sí invertiría recursos donde participen tanto los funcionarios del municipio como los consultores expertos en áreas de sociología, ingeniería, economía, transporte, arquitectura, urbanismo y marcos jurídicos (la ciudad tiene varios de ellos y con ganas de participar) pensando conjuntamente en las distintas zonas de la ciudad y en cómo hacer que interactúen entre ellas.
Por ejemplo, tenemos marcado un claro corredor costero que brinda visuales al Paraná, pero que también conecta el inicio de una zona portuaria (Rómulo Naón) con otra residencial (Miguel Porta), atravesando un bulevar que es el inicio perpendicular de una de las calles más importantes de la ciudad (Pellegrini). Este sería un lugar adecuado para que surjan instalaciones turísticas, de descanso y que al mismo tiempo inviten a vivir una visual de la costa que tenemos prohibida (porque la realidad es que la ciudad no tiene costa. A menos que pagues para entrar a un club o a un camping para tirarte en el agua podrida de sus lagunas) y lo que resta son zonas de río muy peligrosas para bañarse y disfrutar del agua, pero este tema es para desarrollar en otra ocasión.
San Pedro está creciendo y a mi parecer es necesario dejar de emparchar y empezar a conectar corredores verdes, comerciales, industriales, residenciales, deportivos, etc. Para ser más claro, es observar y planificar la ciudad en otro tipo de escala según sus usos y costumbres, funciones y formas.
Mientras tanto, les pregunto… ¿Necesitamos peatonales en San Pedro?