Cualquier profesión ofrece dos alternativas para ejercerlo: con responsabilidad y humildad, por un lado, o con soberbia y aires de grandeza, por otra. Toda mi vida elegí transitar el primero de estos caminos. Amo el deporte, y al fútbol en particular, desde que tengo uso de razón. Y desde chico desarrollé actividades vinculadas a este, como futbolista primero, como entrenador después, como hincha a veces, y hoy, como árbitro, quizás la más ingrata tarea que tenga este juego. Impartir justicia con perfección, sin errores, es un ideal al que todos los jueces debemos aspirar, aunque sea imposible de alcanzar. El propio contexto del fútbol, con fricciones permanentes, roces continuos, reclamos de los jugadores y cuerpos técnicos, sumado a la obligación de tener que tomar decisiones en fracciones de segundos, nos obliga a convivir irremediablemente con el error, y aceptarlo como parte natural de nuestro trabajo. Por todo esto admito que me he equivocado mil veces como árbitro, pero he practicado esta vocación con honestidad y respeto. Catorce años de trayectoria en el referato me respaldan, jugué cada uno de los partidos que me asignaron sin devolver nunca ninguno, y lo hice con gusto.
Es por ello que no creo merecer la catarata de insultos e injurias que me ha propinado el señor Rodolfo González. Así como venero la humildad con la que desarrollo mi trabajo, creo que este señor se dejó tentar por el vedetismo, abusó del poder que le entrega una cámara o un micrófono para manchar gratuitamente mi nombre, inventando cosas que afectan mi familia y todos los que me quieren. Haciendo del periodismo una actividad amarillista, intentando ser protagonista de un reality show, buscando fama en minutos o quién sabe por qué razón, este señor elaboró una serie de mentiras sobre mi vida privada, que en primer lugar, no deberían interesarle a nadie, y en segundo lugar, no son veraces. Nadie tiene derecho de entrometerse en la vida privada de nadie, y menos inventando.
Me quedo con el afecto recibido en estos días de parte de colegas, periodistas locales, futbolistas y dirigentes. Y muy especialmente, agradezco el apoyo de la Liga Deportiva Sampedrina, que sigue confiando en mi persona. Todos ellos saben bien quién soy. Por mi parte, voy a seguir trabajando para mejorar cada día, ser mejor árbitro, y sobre todo, mejor persona.
Horacio Javier Arias (árbitro)
Ads