Todas las despedidas son duras, pero si se producen en forma violenta más aún. En el caso del Sargento MARCELO FABIAN BOGADO, es mayor aún el dolor dado que el funcionario, llegaba al sentir de los superiores, subalternos y amigos; era un hombre que tenía su corazón abierto y solidario, un alma noble.
No sólo participaba a sus compañeros de las aspiraciones como policía, su afán de perfeccionamiento y acrecentar sus conocimientos, sino también de sus proyectos como hijo, hermano, esposo y padre, con ese sentir de familia siempre presente.
Amaba a su “policía”, que abrazó desde joven, cumpliendo a conciencia con su trabajo, llevando tranquilidad a los ciudadanos y en su actual función con la gente de campo, a la cual le brindaba seguridad. Pero de idéntica manera también adoraba disfrutar sus francos con sus familias y amigos.
Era una persona seria compenetrada con su trabajo, cuando la ocasión lo requería, sin importar los horarios; solidario, buen amigo, siempre agradable, solía poner la cuota de simpatía necesaria cuando la ocasión lo ameritaba. Era agradable compartir horas de trabajo con él.
Es particular su caso ya que quien les habla se desempeñaba como su jefe y desde esta función podía advertir sus actitudes policiales y un alma noble.
Supo ganarse la voluntad y el respeto de sus compañeros, compartiendo buenos momentos, con la simpatía que lo caracterizaba.
Era considerado un leal camarada.
Su vocación de servicio, lo guiaba en sus patrullajes, siendo capaz de jugarse la vida por sus compañeros de recorrida y por terceros en peligro como lo supo demostrar. En definitiva, un ser singular, imposible de olvidar.
En resumen, podría definirlo, con dos simples pero emotivas palabras: “EXCELENTE PERSONA”.
Imposible borrar en la memoria de quienes lo supieron tratar.
SARGENTO MARCELO FABIAN BOGADO, descansa en Paz.
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