Gladiadoras: el emprendimiento que amasó Silvina tras la pandemia
Es una panadera ambulante, cosechó frutas, fue mensajera, trabajó en un hotel y cuando el coronavirus arreciaba se reinventó. En su puesto de la feria del Paseo Público está rodeada de cosas dulces. Hizo todo lo que pudo para que la droga no le robe un hijo y muestra su preocupación por lo que pasa a diario con niños y jóvenes. Se llama Silvina Carril.
“Nosotros empezamos con mi marido a elaborar facturas, bizcochos, panes y yo lo salía a repartir casa por casa o vendía en el Facebook, o lo llevaba a la casa sin costo y así empecé yo”, así relató Silvina sus comienzos y su presencia en la feria gastronómica y artesanal en el Paseo Público.
“Ahora tengo muchos clientes fijos que siempre me compran. Mi marido es repartidor de pan y viene trabajando en la panadería desde hace muchos años. La hermana tenía una panadería desde hace 3 años que se llamaba La Estrella que cerró, y él empezó a elaborar lo que sabía”, explica esta mamá que arrancó desde pequeña en distintos trabajos y aún en la adversidad no abandonó la lucha.
Con entusiasmo habla de las 70 docenas de churros que vendió el Viernes Santo y de las 80 roscas de Pascua que la gente llevaba para el mate al aire libre. La primer jornada de ventas había sido un éxito y aún quedaba la tarde del sábado y todo el domingo.
Habla de Manos Solidarias y de su propio sistema cooperativo. No es empresaria pero ofrece trabajo: convoca a quienes la proveen de los productos que ella no fabrica y los pone a la venta. “Todos ganamos”, dice que “es para gente que se ha quedado sin trabajo y le doy la oportunidad de que sobrevivan en este sistema, siempre me están pidiendo trabajo y yo le doy, una mano ayuda a la otra y así vamos saliendo adelante”.
Sus productos ya son conocidos por una clientela habitual, en actos, fiestas, jineteadas y otros lugares donde instala su mesa y su gazebo.
“A veces si me queda mercadería le regaló a los comedores, a los jardines de infantes, a la gente que necesite”.
Silvina Carril
Relata cómo hace los cálculos para la elaboración, mide la cantidad de público que puede asistir y si algo sobra lo lleva a lugares donde puedan aprovechar lo que no se vendió. Un círculo virtuoso que en la primer jornada la encontró levantada muy temprano y vendiendo la última rosca a las 9 de la noche.

En cuanto a la organización de las compras en plena inflación trata de equilibrar costos, remarca con poco pero está atenta a no perder. “Cada uno pone sus insumos, ponen un precio, ellos ganan su dinero, yo el mío y así funcionamos, yo pongo los vehículos, las bolsitas, pago los puestos y así vamos una manito, un poco cada uno”.
El móvil de Sin Galera, comenzó a entrometerse en la historia que había detrás de ese escenario de cosas ricas. “Hace 7 años que estoy con mi marido y lo conocí en el rubro de la panadería, él me llevó a lo que soy, antes trabajé en mensajería, en rotisería, en el Howard Johnson durante 9 años. Trabajé desde muy chica, mis padres trabajan en la fruta, en los que es manzana, pera, ciruela en Río Negro, toda la vida”.
Traté de reinventarme ante todo este sistema. Siempre sale algo, aunque esté todo difícil, no hay que bajar los brazos nunca.
Silvina Carril
Cuando se la consulta por la situación actual y “la política” no duda: “Está todo muy difícil. Tendrían que cambiar muchísimas cosas. Habría que trabajar más para bajar impuestos. Está difícil para el ciudadano común”.
“Me gustaría que haya alguien que levante este país tan rico, tan lleno de todo, que no nos falte nada, que vivamos un poco más de los beneficios y tierras del país, de andar más tranquilos, no con tantas preocupaciones. Porque eso genera tantas enfermedades, que provoca que un chico que sale del secundario no sabe que hacer con su vida, o que un chico del primario no quiera continuar la escuela, no quiera seguir estudiando, esto es muy preocupante”, reflexiona sobre lo que observa a diario.
“Necesitamos más seguridad, alguien que se ocupe de nuestros jóvenes que los estamos perdiendo. Yo en mi caso tengo un joven de 23 y he tratado de hacer lo imposible por él para poder sacarlo de las drogas y me lastima como mamá, pero necesitamos más salud mental, más contención. No solo para el mío, para todos. Me lastima ver a esos chicos parados en las esquinas consumiendo, perdiendo el tiempo de la vida sin hacer nada; parados en una esquina sin futuro, me lastima muchísimo. Chicos de muy temprana edad, ¿a eso la política no lo ve?. Yo lo veo como ciudadana todos los días, trato de ayudar a esos chicos, pero los demás hacen de cuenta que no los ven, miran para otro lado”.
Su única medicina ha sido mirar adelante: “Yo me aboqué al trabajo, pero duele, duele muchísimo. Hay que seguir adelante siempre poniendo el pecho a las balas, siempre así hay que estar y no darse por vencido, a mi me están pasando cosas buenas, para salir adelante y yo las aprovecho y salgo para adelante”.

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