Con mi pareja tenemos un emprendimiento, hacemos y vendemos remeras de bandas de rock, peliculas y series. Trabajamos en todas las ferias que se hacen en San Pedro.

Una feria de la que participamos con nuestro stand coincidió con el partido de Argentina contra Países Bajos durante el mundial de Qatar.

Ese día, el calor era sumamente agobiante, la gente no salía a pasear por la feria (supongo que todos estaban haciendo la “previa” del partido) y, para colmo, nos tocó estar con nuestro stand frente a otro stand que vendía productos muy similares a los nuestros.

Era de suponer que no nos iba a ir bien: nos perderíamos el partido por trabajar bajo un sol fuertisimo, sin gente y con la “competencia” frente a nosotros.

Sin embargo, ese día conocimos a Ana, la dueña del stand “competencia”, quien resultó ser una persona sumamente amable y compañera. Nos hicimos amigos al instante. Ella se ofreció a vigilar nuestro stand para que pudiéramos irnos unas horas a refrescarnos, tal vez mirar el partido y volver a la feria a trabajar.

Argentina ganó tras una tanda de penales agónicos. Inmediatamente volvimos a la feria a celebrar con los feriantes y nuestra nueva amiga Ana. Pero un temporal de lluvia y viento nos cortó el festejo. Dos gazebos volaron destruídos. Los feriantes nos ayudamos entre todos para poder salvar todo lo que fuera posible salvar.

El resultado fue desastroso, pero el final fue hermoso. Estabamos bajo la lluvia junto a los feriantes, todos colaborando entre nosotros y sacándonos unas cuantas risas. Ana nos ayudó a salvar nuestro stand del viento y el agua que no daban tregua.

Ahí entendimos tres cosas: en el trabajo no existe la competencia cuando todos tiramos para el mismo lado; las mejores amistades surgen donde uno menos las espera y por último, por muchas tormentas que afrontemos, siempre hay lugar para reír y celebrar con compañeros y amigos.