1930-1996 | Dedicado a Jorge A. Velasco
No soy historiador, / -Dios no lo quiso- / y me cuesta un montón, / mi viejo amigo, / recordar esos tiempos, / y esos sueños, / que compartí contigo. / Divagando en la calle del recuerdo, / tratando de indagar en mi memoria, / surge entre brumas el fraterno acuerdo / que muy pocos conocen como historia. / A la luz de una vela mortecina, / reunidos a escondidas, / se forjaron idea y fantasía / de ese club del futuro, / que mezclaba, / el fervor, la pujanza, el desafío, / de un grupo de hombres que el final tenía, / como factor común, / -loca quimera- / no conocer jamás el desengaño, / y esa gran experiencia / que nos daba, / la friolera de nuestros quince años. / Sentados de rodillas, / discutiendo proyectos y no siempre / poniéndose de acuerdo, / dibujando castillos en el aire / soñabamos despiertos: / “Seremos siempre amigos”, dijo uno, / “No importa donde estemos”. / Se cimienta ladrillo por ladrillo, / casi sin darnos cuenta, / la semilla del club; / -tu gran familia- / que iba a ser simbiosis, / flaco amigo, / simbiosis con tu vida. /
Un viejo zapatero / -cuya alma era de niño- / nos alquiló una esquina. / Dos mesas, cuatro sillas, / un mueble en biblioteca, / un par de caballetes, / la mesa de ping-pong, / dos tableros de damas, / y algunos pocos libros: / así nació la sede / y allí empezó a crecer. / No importa lo que cuente / el libro que otro escribe, / Mi lágrima, tu esfuerzo, /
la sed de merecer, / tus ojos que sonríen, / tu boca que no miente, / y aquella mano amiga / que un día yo estreché. / Yo sé que no estás lejos, / no fue una despedida, / con tu apuro de siempre, / te volviste a encontrar, / con aquellos que faltan / desde hace un tiempo largo, / y como siempre hacías, / te pusiste a charlar…
Llegué muy despacio / pateando caminos, / levantando polvo, / pensando en pensar. / Me miró el portero / con cara de asombro: / “Señor… en que puedo…” / pudo susurrar. / Le miré a los ojos, / pensando hacia afuera / y hablando por dentro, / con mi voz muy queda / alcancé a expresar: / “Vengo a ver los sueños / de un grupo de niños; / que hace mucho tiempo / nos vieron pasar…”. / Seguí mi camino / cerca del cantero…/ El parque arrullaba / canciones de invierno, / las casas mostraban / su alegría adentro, / gente que camina, / los niños que corren / se muestran contentos. / Y entonces, mi amigo. / ¡Entonces comprendo! / Entre tanta gente / que aquí me rodea, / yo me encuentro solo, / como vos, mi viejo, / al final de un sueño…
Néstor Raúl Camarasa
(30/07/1996)
Homenaje de los fundadores del Club Atlético Los Andes, extensivo a Felipe E. Bignone y Néstor Raúl Nouet, compinches de la idea, como también a dirigentes y socios fallecidos.
Agradecen: Lidia Velasco, Julio Mónaco y Ricardo Mónaco.
Noviembre de 2014