Kevin Espíndola es un deportista que tuvo muchos golpes en su corta carrera como boxeador. No tiene que ver con su actividad porque arriba del ring ligó poco y nada. Los ganchos y uppercuts que lo tumbaron, pero no lo noquearon, los recibió antes de subirse al cuadrilátero con los guantes y bucales.
El fin de semana pasado, el sábado, el púgil de Banfield iba a pelear por el título mundial de los pesados frente a Leandro Robutti. Junto a su equipo llegó a Oncativo, Córdoba, lugar de la contienda, el jueves por la noche mientras en cadena nacional Alberto Fernández anunciaba restricciones más fuertes para frenar la propagación del coronavirus en su segunda ola.
Con el correr de las horas el combate se puso en duda y el viernes al mediodía, previo al hisopado y el pesaje, le comunicaron la suspensión para el 19 de junio, también en el Campo Hotel Nono Luigi. Fue el tercer jab para el sampedrino que, resiliente, regresó a San Pedro para continuar con su preparación y afrontar el desafío más importante de su trayectoria, porque los dos anteriores se truncaron.

También el Covid-19 le arruinó una gran oportunidad en 2020. El 28 de marzo tenía que enfrentar en Magdeburgo, Alemania, a Peter Kadiru por el título mundial juvenil del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Días antes, el presidente de la Nación informó el inicio de la cuarentena en el país que, sumado a la compleja situación que atravesaba Europa, hizo que el evento se posponga en reiteradas ocasiones.
Paradójicamente, Kadiru fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud Nanjing, China, 2014, los mismos en los que Espíndola recibió su primer cachetazo deportivo. El deportista de San Pedro viajó a Asia para presentarse en la misma categoría que el bávaro, pero por una insólita situación no se pudo subir al ring: su entrenador Julio García lo llevó tarde al pesaje para el primer combate frente al estadounidense Rock Daramni (posteriormente perdió la final con Kadiru) y quedó descalificado.
Luego de esa desazón, el sampedrino, que actualmente está en el quinto puesto del ranking de los pesos pesados (+90,7 kilogramos) de la Federación Argentina (FAB), declaró a los medios de comunicación: “Sé que la vida me va a dar revancha”. Y la vida le dio dos revanchas que, por el momento, el coronavirus le truncó. Resiliente, Espíndola no baja los puños y espera agazapado para dar el golpe a nivel nacional y, aun cuando es una incógnita lo que concierne a la crisis sanitaria, en su cabeza están Robutti y el 19 de junio.
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