La Colmenita: un oasis en el barrio La Tosquera para la primera infancia necesita una mirada
En medio de la disputa por los fondos de asistencia brotan las miserias de una clase política que premia la dádiva y hunde a la escuela pública. En la Delegación Los Cazadores hay gente de la UTEP que trabaja sin agua potable, servicios, transporte, cloacas y otras carencias que está dispuesta a mostrar cómo administran.
N. de la R.: Si usted no está dispuesto a leer la nota hasta el final no opine ni agreda. En poco tiempo sólo brindaremos contenidos a lectores que deseen un debate responsable y honesto.
“Esto existe, acá lo pueden ver y es un orgullo para nosotros porque es un lugar hermoso y bueno digamos que esta campaña que se ha instalado acerca de los muchos lugares que no existen de comedores para asistencia ahora lo estamos saliendo nosotros a mostrar el trabajo que hay en este barrio popular”, dijo Augusto, el periodista más joven de Sin Galera cuando llegó por primera vez al Barrio La Tosquera. Su misión era la de corroborar qué hace, cómo funciona y cuánto hay de cierto en la batalla desatada entre organizaciones sociales que administran bien su dinero y las que esconden un costado oscuro en el que desaparece la acción del estado.
A ese lugar también llegó la empresa cooperativa ALFA a llevarse el dinero de todos sin una sola sanción u observación de la dirigencia política local.
El caso de La Colmenita soprende porque constituye una clara muestra de un espacio diseñado para niños al cuidado de voluntarias que se financian con “los planes” y el contraste con la escuela pública, denigrada hasta el dolor por la desidia de quienes lograron hundir esa única garantía de igualar oportunidades.

La recorrida y la nota con los vecinos no necesita editoriales. Una localidad que supera los 3000 habitantes que no tiene agua, luz, cloacas, recolección de residuos, transporte público, fuentes de trabajo y cajero para los trámites más sencillos; sólo es conocida por la reputación que cobra en las noticias policiales.
Escuchar a cada uno de los protagonistas y despojarse de prejuicios es una obligación en una sociedad que se debate en la profunda grieta que separa a ciudadanos que abrigan un mismo fin: vivir mejor y con derechos que se respeten desde el primer día de vida.

En resumen, reciben fondos del gobierno provincial, esperan ayuda del gobierno nacional pero saben que esta vez habrá que dejar de esperar porque desde hace décadas funcionan con esa “espera eterna” que a veces es sólo un paquete de fideos.
Analis Sierra, coordina todas las actividades del lugar y dedica todo su tiempo a esta particular militancia que propone el Movimiento de Trabajadores Excluidos.

"Este lugar es un oasis dentro de un lugar al que todos miran como un lugar complicado.", describe Analis Sierra
El resto de los entrevistados defiende con uñas y dientes su trabajo. Aún están convencidos de su extrema dependencia del gobierno pero cuando se los invita a reflexionar sobre el rol del estado, empiezan a juntar fuerzas como para despojarse de aquellos que siempre les hacen sentir que están en deuda.
Lo cierto es que en pleno territorio bonaerense existe un lugar agradable, contenedor y funcional para los niños que crecen en un lugar que está al cuidado de una organización social. Vale la pena el debate.
N. de la R.: Si usted no está dispuesto a leer la nota hasta el final no opine ni agreda. En poco tiempo sólo brindaremos contenidos a lectores que deseen un debate responsable y honesto.
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