La historia de Enrique Marzorati: denunció a su padre por formar parte de una red de apropiación de bebés, entre ellos él
El sampedrino le contó su historia a la periodista Gisele Sousa Dias, para Infobae. Allí relata cómo comenzó a sospechar que no era hijo biológico de sus padres, los reconocidos dueños de la Heladería Marzorati, y descubrió una trama vinculada a la venta de bebés que denunció en la Justicia.
La periodista Gisele Sousa Dias reveló este jueves en Infobae una historia familiar vinculada a una red de apropiación de bebés que tiene como protagonistas a una conocida familia de San Pedro, los dueños de la histórica Heladería Marzorati, cuyo titular, Roberto, además de reconocido comerciante fue concejal por el Partido Justicialista en el regreso de la democracia en 1983.
A través de una entrevista con Enrique Marzorati, sampedrino de 56 años, la nota cuenta la trama de una organización dedicada a la apropiación de bebés en la que el padre de él, Roberto Marzorati, habría sido una pieza junto a un médico de San Nicolás y al menos otro de Buenos Aires, cuya esposa tenía una Maternidad.
Cuando enfrentó a su padre para que le dijera la verdad, hace 14 años, decidió radicar la denuncia penal. Su trabajo en el Registro Nacional de las Personas le permitió acceder a documentación sobre su nacimiento que tiene partes borroneadas con Gillette. La causa tramita en la Justicia Federal.
Enrique le contó a la periodista de Infobae que tenía ocho años cuando un compañero de colegio le reveló que él y sus hermanos eran adoptados. Años después, con su hermana comenzaron a indagar en busca de la verdad. Era diíficl ya que vivían, dijo, en un ambiente familiar “de terror” donde “había discusiones, peleas, gritos, maltratos verbales, golpes, un infierno”.
Cuando tenía 21 años entró a la heladería de calle Mitre al 900 y presenció una discusión de su hermana con Sara, su mamá. Cuando se quedó solo con su madre, luego de que la hermana se fuera al grito de “algún día me van a decir de dónde salí”, le exigió respuestas.

Su madre le dijo que era verdad que no eran hijos biológicos de ella y Roberto. “Prometeme que no van a hacer nada”, le pidió a Enrique. “Me agarró como un bloqueo emocional, agaché la cabeza y me fui. Creo que era el momento para que ella me sentara y me dijera la verdad pero estaba muy sometida a las órdenes de su esposo, todavía está”, le dijo Marzorati a Gisele Sousa Dias.
En el año 2003, con 36 años, Enrique Marzorati entró a trabajar nada menos que en el Registro nacional de las Personas (Renaper), en Buenos Aires. Allí, con la duda sobre su origen, fue a buscar el “formulario 1”, donde figuran “fecha y lugar de nacimiento” de cada argentino. “Mi formulario estaba borroneado en la parte donde dice ‘nacido en’. Borrado no con goma sino con Gillette, la correción era muy burda”, relató en la nota.
Un tiempo después, su hermana se quitó la vida a los 36 años. Fue su padre la que la encontró. “Pensamos que con semejante cuadro él iba a cambiar, a recapacitar, pero no, te diría que empeoró”, contó Enrique.
Cuando iba a ser padre por primera vez, Enrique Marzorati sintió que llegaba a un límite insoportable. Quería saber la verdad y, terapia de por medio, se enfrentó a su padre, su presunto apropiador, y le exigió que le contara todo. “Se quedó pálido, creo que pensaba que nunca íbamos a hablar de eso”, dijo sobre lo que denominó “la confesión”.
Roberto Marzorati, le contó a quien estaba inscripto como su hijo desde 1967, según relató él, la situación en la que estuvo involucrado con “un médico de San Nicolás que le proveía los certificados de nacimiento en blanco” y “otro médico de Capital que participaba”, que “casualmente estaba casado con una mujer que tenía una maternidad”.
Enrique Marzorati denunció por supresión de identidad a su padre tras contactarse con organizaciones sociales que trabajan con personas que atravesaron situaciones similares y tras obtener algunos datos más decidió presentar todo en la Justicia.
En la denuncia, que también reveló Infobae este jueves, dejó asentado que su padre “recibía las partidas y las tenía con él, cuando llamaba uno de estos doctores informándole el nacimiento de algún bebé, ellso viajaban a buscarlo y ahí completaban la documentación”.

Enrique Marzorati reveló que su padre “se trajo cuatro bebés para él” y que le contó que “había traído dos bebés más, un varon y una mujer que consiguió para un amigo”, lo que significa que en San Pedro habría al menos otras dos víctimas de esa red de apropiación.
“Cuando quiso seguir trayendo chicos, de la organización le dijeron que parara, que ya era mucho y la mano se estaba poniendo complicada”, contó en la nota. Enrique Marzorati se dio cuenta de que el médico de San Nicolás que iba a su casa o a la heladería una vez al mes y se encerraba en una oficina con su pare para luego salir “con un sobre” era el cómplice. “No era una visita, era un día de cobranza”, concluyó.
Roberto Marzorati no le dijo a Enrique quiénes eran sus padres biológicos. Le aseguró que no lo sabe, que él sólo iba a retirar los bebés. No le creyó y le advirtió que si no le decía toda la verdad iba a denunciarlo. “¿Y? Hacelo”, contó que le respondió.
Cuando se contactó con las organizaciones sociales que trabajan con casos como el de él, Enrique Marzorati logró saber que la partera que firmó su partida de nacimiento se llamaba Rosa Martínez de Poggi, una mujer que aparece entre la de las denominadas “parteras del horror” que difundió el grupo Víctimas Red de Parteras – Unidos.
Por la causa penal que tramita en la Justicia Federal hubo allanamientos en la casa de los Marzorati y en la heladería, que cerró hace unos años, donde secuestraron documentación. El examen de ADN que ordenó el juez todavía no se practicó, porque los Marzorati se negaron a través de su abogado, que impidió que los médicos enviados por la Justicia para tomarle las muestras lo hicieran porque era “muy invasivo”.
“Yo busco justicia, que se demuestre que él estuvo metido en todo eso”, le dijo Enrique la periodista Gisele Sousa Dias. “Quiero que no se muera sin decirme de dónde me sacó”, agregó. Sus presuntos apropiadores tienen 89 años.
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