La salida de Pérez Millán del fútbol local: décadas de una historia grande, por momentos de alta jerarquía
El alejamiento de General San Martín de las competencias locales tiene su impacto. No se trata de evaluar la coyuntura de los últimos años, sino de la historia que dejó su participación en unos 50 años. Sus grandes equipos, bajo la figura institucional de la otrora Defensores de Colonia Vélaz, aún forman parte de una trayectoria valorada por la población.
Para el ámbito del fútbol local no es novedad que el único representante de Pérez Millán, General San Martín, haya decidido dejar la Liga Deportiva Sampedrina. En cambio, es una determinación que debe pesar sobre la dirigencia, porque se trata de un gran animador con casi 50 años en San Pedro y una rica historia que lo acompañó por siempre.
Con este nombre comenzó su incursión y al poco tiempo, por cuestión de jurisdicción, lo obligaron a utilizar la figura de una entidad con residencia en nuestro distrito. Fue así que, por proximidad, optaron por la desaparecida “Defensores de Colonia Vélaz” de la década del 50, homónima del paraje distante a tan solo 7 kilómetros, que se pierde en un rincón del mapa junto al límite con Ramallo, donde hoy persiste la estructura de una derruida estación del ferrocarril Belgrano.
La llegada al futbol local posibilitó jerarquizarlo. Solo la competencia que provocó hizo que San Pedro tuviera un crecimiento destacado hacia adentro y luego hacia afuera, donde el único objetivo de los 80 era lograr una manifiesta actuación en el Torneo Regional que organizaba el Consejo Federal de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), hoy devenido en Torneo Federal.
Colonia Vélaz fue un símbolo del fútbol chacarero, que tuvo todo un pueblo pujante detrás, como Pérez Millán, con un alto compromiso de su gente por tener y sostener equipos altamente competitivos.
Fue el primer representante de la Liga Deportiva en el Regional. Para ello, previamente miró hacia los alrededores y también hacia los pueblos del sur santafesino, nutriéndose de excelentes jugadores, algunos con antecedentes sobrados. Solo nombrar uno: Mario Pellascini, el marcador de punta que compartió el once titular del famoso Instituto de Córdoba de Osvaldo Ardiles, Mario Kempes, Alberto Beltrán y Daniel Willington. Pero también fue el equipo de Hugo Bellocchio y Toto Vaccari.

Después surgieron otros competidores internos, algunos obligados a deponer décadas sin títulos, como Paraná y Mitre, y a un Independencia que buscaba sostener la primacía de ser el más ganador desde 1932.
Pasaron muchos años y es la historia que amerita el retorno. San Nicolás hoy tiene otra competitividad y les resulta cautivante. Y si bien General San Martín no es el reflejo de su antepasado, como toda entidad no deja ser un baluarte en una Liga que se encamina hacia el centenario.
Hace tres décadas se hablaba de su ida a San Nicolás, donde concluyen los equipos ramallenses. Tal vez, en otros años, esa competencia tentadora la daba el fútbol sampedrino, lo que los motivó a seguir aquí.
Obvio que los tiempos son otros, muy lejos se está de la manera en que las instituciones emprendían un campeonato, aún sin Baradero incursionando como esta época.
Todo pasa por la solvencia que tenga cada uno, cuando la realidad indica que los clubes pugnan más por sostenerse que por ir por una elevada competición.
Esperemos que el alejamiento sea temporario. Existen razones para insistir por un club que detrás tiene a todo un pueblo muy futbolero. Peor será perderlo para siempre.
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