Sus alumnos de historia le eligieron un mote en épocas en las que un siseo, una miopía o carecer de altura, servían para un “chicato” o “enano”.
Nadie imaginó que treinta años después, la brillante docente de historia sería calificada por un aprendiz de político como “cuatro de copas” o reprendida en tono socarrón y autoritario por quien ostenta el cargo de Presidenta del Honorable Concejo Deliberante.
Sucedió en la tarde del miércoles, durante la Asamblea de Mayores Contribuyentes, el único resquicio que le queda al ciudadano común para filtrarse entre los pliegues del hediondo barro que une la grieta siempre que se trate de poder, dinero o política a perpetuidad.
“La Mosca” se nota en la leche, pero más se destaca en el fango en el que se cocinan las cuentas de un municipio que desde hace décadas repite un esquema fiscal que no ofrece novedades ni en pandemia. Pocos saben que la ordenanza fiscal impositiva es la que regula lo que cada vecino habrá de pagar por cada servicio que recibe en el caso de las tasas y estipula los montos de los derechos y contribuciones que, por ejemplo, debe abonar quien se anime a invertir en una empresa o construir una casa.
En países donde los ciudadanos distraídos se quejan de sus dirigentes pero no participan ni cuestionan, “las moscas” son imprescindibles; sobre todo si son zumbonas.
Es imprescindible invitar a quienes leen esta nota a escuchar los tonos de las preguntas de Liliana Montero y las destempladas respuestas que recibe de Mónica Otero. No hay modo de reproducir un encomillado con esa cadencia del sonido que implica para una el temple de quien estudia y para la otra, la explosión de la experiencia en trenzas y transas de todo tipo para hamacarse tanto entre radicales, peronistas, macristas o kirchneristas. No es que le falten conocimientos del funcionamiento del concejo, sino buenos modales. Algo que no cuesta nada estando en un recinto que habitan personas que tienen la posibilidad de votarse cada año su propio sueldo y exprimir al máximo las arcas municipales.
Iban a ser siete pero sólo asistieron cuatro de los inscriptos voluntarios con derecho a votar al igual que los que se ven obligados a acompañar al oficialismo en su necesidad de aprobar créditos o aumentos de tasas. De esos cuatro, sólo Liliana pidió la palabra y preguntó. Había estudiado bastante a diferencia de ediles que la miraban asustados por si llegaba a consultarles sobre cuestiones de las que no tienen idea.
“La Mosca” planteó que el presupuesto de este ejercicio no plantea ninguna reducción del gasto público y que por el contrario se aumenta; que la fiscal impositiva no considera la situación económica, financiera y social del país; que no contempla la situación crítica generalizada de los contribuyentes. Todas cuestiones propias de la mesa de cualquier familia que haya atravesado la pandemia soñando que “salíamos mejores y más inteligentes”.
“La Mosca” luego preguntó por una ordenanza que está vigente y es precisamente la del “Presupuesto Participativo”, ni más ni menos que una partida presupuestaria en las que son los vecinos los que votan prioridades. Le respondieron que sí, que la ordenanza existe pero que es “el ejecutivo el que la tiene que hacer cumplir”. También consultó si es necesario que en los tiempos que corren el intendente de un pueblo como San Pedro cobre casi 700.000 pesos por mes. “Esto está en la ley provincial”, le espetaron ante el silencio de oficialistas, opositores y otros mayores contribuyentes que puedan opinar que alguna legislación deba ser revisada. En otro momento se atrevió a consultar sobre el cálculo que se toma sobre Ingresos Brutos para el pago de contribuciones y no le fue mejor cuando en tono alto se le indicó que no se trataba de “una doble imposición sino de un cálculo” y siguen los ejemplos de lo que puede llegar a desatar una mosca en un bazar o en una película. “Un día de furia” es un film que comienza con este insecto dentro de un pequeño auto y termina con un hombre enfurecido dinamitando puentes.
En fin, un pequeño resumen tras treinta años de cubrir sesiones en las que los concejales sabían de qué hablaban, los secretarios de hacienda pensaban qué iban a hacer con el dinero y los intendentes explicaban a la población cómo, cuánto y para qué se utilizaba su dinero. En los últimos quince años la degradación de la actividad política, el camelonismo y la traición al contrato que une en democracia a representantes y representados ha llevado a situaciones como la que hoy mostró un pequeñísimo grupo de moscas. Sería saludable que los que tienen sus tasas al día sepan que en el mes de mayo pueden inscribirse como voluntarios para preguntar y zumbar lo más fuerte que puedan. Ya nos pasó en plena pandemia con un secretario de salud que hizo de la soberbia la cuna de la ignorancia y destruyó los valiosos datos que ayudaban a la población a entender cómo se comportaba una enfermedad para la que no había vacuna y mataba a los vecinos. Más tarde sucedería con la vuelta en el aire de los oficialistas aliados al bolsillo de Salazar padre que se dieron cuenta de que eran oposición cuando la ciudadanía los premió con un triunfo en las PASO que dilapidaron sin sonrojarse. Aunque arrecien las noticias falsas en las redes, la manipulación de la imagen y las operaciones de prensa, en los pueblos chicos siempre se sabe por donde zumba la mosca.
Gracias, Liliana Montero por tus magistrales clases de historia donde tus alumnos podían ser perdonados por omitir alguna fecha, pero jamás por no razonar en torno a los acontecimientos que forjaron una república que siempre necesitó de honestos patriotas.
Lilí Berardi
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