Lo que 2022 nos dejó: “Un payaso de hospital”
Para despedir el año que pasó y recibir el 2023, compartimos estas historias de vecinos e ideas que nos enorgullecen e inspiran. Cada una de ellas formó parte de las ediciones de La Guía Club, nuestra única publicación impresa luego de que La Opinión Semanario dejara de salir cada miércoles. Brindamos por los suscriptores que nos acompañaron este 2022.
Se abre la puerta y entra un payaso. Tiene nariz roja, un sobretodo violeta, y unos zapatos enormes. Es un instante. La habitación del hospital, en internación o pediatría, se transforma en un escenario para el clown Santiago Altolaguirre, que recorre los pasillos del Emilio Ruffa cada martes y jueves buscando provocar una sonrisa o una mirada: todo gesto, aunque sea mínimo, indica que algo cambia y que comienza el juego.
Altolaguirre es heredero de una vocación que creció con él al ver, desde muy chiquito, a su papá, Raúl Altolaguirre —el legendario mago Starky Junior— visitar el hospital para “llevar una sonrisa o saludar a los pacientes”.

“Me acuerdo que era chiquito y él se atrevía a ir, llevar un globo, pasar a visitar a la gente internada. Con el tiempo, le pusieron un nombre. Esto no es algo que nace ahora, hay corrientes que comienzan con Patch Adams, esto de que un payaso esté dentro de un hospital. Se hizo ley en el 2015 en Argentina, y hoy existen los payamédicos y los payasos de hospital, como yo, que no soy médico, claro”, contó Altolaguirre.

El reconocido teatrista puso sus ganas de visitar el hospital en un proyecto que presentó ante el intendente Ramón Salazar. “Sobre todo lo hice porque pienso que es necesario”, aseguró. La respuesta fue positiva, y comenzó a visitar el nosocomio como payaso de hospital dos veces por semana.
Al llegar, el equipo médico del hospital determina qué pacientes puede visitar y cuáles no, y comienza la ronda, acompañado de los profesionales.
“La intervención depende mucho del paciente y de cómo está. Un payaso aparece en la habitación, y de repente lo que percibo es que hay algo que se transforma. Me gusta, siento que se logra eso, una transformación. Hay algo que se olvida y se ríen. Me pasó muchas veces. El niño o la niña se ríe, me quiere tocar la mano, charlamos. Hay veces que entro a una habitación y el niño o la niña está dormido, y el vínculo es con el papá o la mamá”, explicó.

El encuentro con los niños es “maravilloso”. Dueños de una frescura que los adultos a veces perdemos, son los más sinceros. Me duele acá, o me quiero ir, escucha Altolaguirre muy seguido y sobre eso puntualiza: “No se trata de engañar, jugamos mucho con eso. Hay que tener mucho cuidado, mucho tacto, para tratar de que esto de que la improvisación sea la más sana, la mejor posible”.
Lograr la mejor escena posible. Esa es la premisa con la que Santiago Altolaguirre lleva a su clown de paseo por el Emilio Ruffa, confiando en lo que Irene Sexer —fundadora de Alegría Intensiva, ONG de payasos y payasas de hospital— supo describir bien: “Tengo una muy buena relación con Irene. Hace unos años en una charla me dijo algo que es muy acertado. Esto de transformar o hacer posible una transformación en un escenario de la mejor manera posible. Vos imaginate que la emoción en un segundo despierta y me imagino a esa persona que está ahí, deseando curarse, sanarse y que venga a alguien con una nariz y le regale una sonrisa. Ahí está todo”.
Por supuesto, la tarea que emprende el payaso del hospital de San Pedro requiere de fortaleza y compromiso. Sobre eso, explicó: “Es hermoso, y es fuertísimo. Me pasó que entré una mañana y me encuentro con una mamá y un niño, que tenía todo el cuerpo vendado, se había quemado. Me contó cómo había sido la situación. Son esos accidentes que todo el mundo sabe que es un segundo, con un termo de agua caliente, y claramente fue fuerte porque me encontré con un niño todo vendado y los agujeritos de los ojos para poder ver. La mamá en un momento me agarró la mano y me apretó, y me dijo. ¿va a estar bien, no? Y le dije sí, ¡cómo no! Hay que cuidarlo, curarlo, acá lo van a curar bien. Y él me miraba, fue una imagen fuerte, a través de esos agujeritos me miraba con una fuerza terrible”.

Santiago Altolaguirre también agradeció al personal del hospital, quienes lo reciben semana a semana con calidez. “Soy muy bienvenido. Voy para brindar un momento distinto, que no es felicidad ni mucho menos para alguien que está internado pasando un momento difícil. No me puedo poner en el lugar del otro, pero sí acompañar y abrazar ese momento. De eso se trata”.
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