Lo que el agua se llevó
Los clubes y campings proyectan las mejoras edilicias de sus predios para la próxima temporada. Los ganaderos y Apicultores evalúan las pérdidas por la creciente. La lluvia pone en riesgo la cosecha de soja.
El Río Paraná está bajando. Pero las consecuencias de la creciente forman parte de los desvelos de varios sectores, entre ellos los clubes y campings de la costa que empiezan a analizar costos para la reconstrucción. Quizá la mayor inversión será en limpieza y pintura para los edificios, pero las tareas serán muchas hasta que la humedad desaparezca y todo vuelva a la normalidad.
La mayor preocupación la padecen los ganaderos. La Sociedad Rural dice que es pronto aún para establecer cifras de las pérdidas monetarias de quienes perdieron cientos de cabezas de ganado. Sobre todo, porque las muertes de vacuno se siguen produciendo. “Las vacas que se trajeron de las islas en los últimos viajes, llegaron débiles, estresadas, y muchas murieron acá en tierra”, explicó una fuente. Sólo para citar un ejemplo, vale la situación de dos productores a los que el agua, les llevó un total de 1.700 animales. Si se multiplica por un costo promedio de $ 600 por animal, suman un total de más de un millón de pesos perdidos.
Los vacunos no son los únicos animales que murieron por la creciente. En las islas, convivían con corrales de cerdos que también fueron arrastrados por el agua o murieron por la falta de comida, y que también se suman a la lista negra de las consecuencias de la creciente.
Los apicultores, unidos por la crisis
Tantas veces enfrentados por cuestiones de su propio interés, los apicultores sampedrinos se reunieron la semana pasada para evaluar las pérdidas en la producción de la miel. Todavía no hay números pero las cifras se contarían en cientos de miles de pesos.
En la sede de la Cooperativa Sol Sampedrino, la crisis se analizó en función de la creciente del río Paraná, aunque también hay otros factores que se han encargado de poner en riesgo el sector. Según indicaron los productores han surgido varios inconvenientes que van desde los cambios climáticos, al monocultivo, y ahora se suman las inundaciones.
La apicultura viene arrastrando un problema muy serio desde la aparición de la soja en la misma zona donde hasta no hace muchos años se trabajaba sin obstáculos. Todo esto ha provocado una importante pérdida en la producción de la miel, en todo el país.
La preocupación se genera en la falta de lugares aptos para que las abejas puedan alimentarse, pues han encontrado otras zonas pero lamentablemente hace que baje notoriamente la calidad del producto y como consecuencia el precio de su comercialización.
En la reunión de productores, se resaltó que la creciente del río Paraná sorprendió a todos, pues nadie esperaba que el agua alcanzara semejante altura. Además, aseguraron sentirse desamparados por las autoridades, porque actualmente las retenciones del estado son de un 10 por ciento, más otros costos. Cada apicultor, pierde un 25 por ciento de su valor como mínimo.
En total son unas 300 familias las que viven de la apicultura en la zona. “Si esto sigue así, es una actividad que terminará desapareciendo pues para superar esta temporada y mirar con expectativas el futuro tendríamos que producir 15 kilos de miel por colmena”, sintetizó, más que preocupado, un productor.
La soja está en riesgo
Los productores agropecuarios también están sumamente preocupados. Si las condiciones climáticas no mejoran, las pérdidas económicas en el sector, se contabilizarán en millones y repercutirá seriamente en la economía local. Las primeras estimaciones realizadas indican que un 20% de la producción ya se ha perdido.
Las intensas lluvias registradas en Marzo y Abril demoraron la cosecha. La humedad afectó severamente el grano y las mermas en los rendimientos son notables.
Este año, el campo, se preparaba para levantar una producción récord, sobre todo teniendo en cuenta que la inversión, solo tomando en cuenta el partido de San Pedro, alcanzó los 50.000.000 de dólares.
Durante el mes pasado y el actual, llovieron 488 milímetros. Un panorama complejo para el inicio de la cosecha, porque pese a que la planta está seca, no se puede ingresar a los campos por el agua acumulada en los predios. “Estamos cosechando como podemos recién la soja de primera y todavía quedan muchos lotes a los que no se pudo entrar.
En campos donde se esperaban rindes superiores a los 40 quintales, ahora están levantando por 28”, explicó un productor preocupado. En diálogo con este medio otro agricultor comentó que tuvo que acondicionar su máquina cosechadora para trabajar con relativa normalidad. “Tuvimos que optar por las gomas que se utilizan para levantar el arroz. Sabemos que esto no es lo más adecuado porque quedan huellas que después cuesta mucho trabajo sacarlas. Lo hicimos porque el grano está seco y sino lo cosechamos rápido se cae”. Efectivamente esto está pasando, incluso en determinados campos se observó que el grano en la misma chaucha está brotando por la humedad de los últimos días. Por esta situación, determinados lotes ya han sido abandonados y serán preparados directamente para la siembra de trigo. La determinación se toma luego de evaluar que los descuentos son más elevados que las ganancias que se puedan obtener, por la cosecha de esas hectáreas.
Al problema se suma que los caminos están intransitables y que además son pocas las máquinas disponibles para contratar. “Todos quieren cosechar al mismo tiempo y los contratistas no pueden cumplir. Es triste ver cómo se pierde el trabajo de todo un año. También están los que se aprovechan de la situación y cobran más del valor histórico”, comentó un productor señalando que ese valor se establecía en dos quintales por hectárea, aproximadamente 120 pesos, y que ahora, ante la emergencia se cobra hasta 300 pesos por quintal, argumentando que es más complejo trabajar en estas condiciones.