“Hoy nos toca despedir a Gea… Así la conocía yo, pero otros la conocían como la Gorda, Garrafa o Morcilla“, dijo Adriana Corvalán, una conocida vecina de la ciudad que quedó conmovida por la historia de una perra que tenía miles de dueños pero ninguna casa donde vivir de manera permanente.

“Asidua visitante de la Escuela Normal, con asistencia casi perfecta. Tan buena alumna era que un fin de semana decidió quedarse del lado de adentro, y salió en los diarios. Todos vimos la foto de cuando fue rescatada por los Bomberos Voluntarios del Salón de Actos”, recordó la mujer respecto a aquel fin de semana en que Morcilla se asomaba por uno de los ventanales del salón del primer piso de la Escuela Normal. Fue la gran oportunidad para hacer pública su existencia.

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“Perrita comunitaria, callejera por elección. Muchos quisieron darle un hogar para siempre, pero su espíritu era demasiado libre para eso: un poco de comida, una noche bajo techo, y después continuaba su camino”, describe quien le conoció algunas preferencias y vigiló sus pasos.

“Fue una perra amada, no cabe duda. Y cuidada por unos cuantos. Pero hay algo que no podemos dejar de decir, y es que si Gea hubiera tenido una familia, si se le hubieran tenido paciencia hasta que se adaptara, su final habría sido diferente”, reflexiona respecto de la adopción responsable de mascotas callejeras.

“Alguna enfermedad silenciosa se la fue llevando de a poco, y no nos dimos cuenta. Si hubiera habido una familia con ella, esos síntomas no habrían sido invisibles, y habría tenido la oportunidad, por lo menos, de tener un tratamiento y una despedida más digna”, eso dijo respecto a varias personas que intentaron en los últimos días procurarle atención veterinaria y diagnóstico sin mucha suerte.

“Hoy Gea ya no está; no volverá a la escuela ni a las festividades del Paseo Público. Pero su ausencia tiene que dejarnos aunque sea un mensaje: adoptemos a los perros de la calle, démosles la oportunidad de tener una mejor vida, de conocer el amor diario y la protección que se merecen. Tengamos paciencia para que descubran que vivir en familia es mucho más lindo”.

“Ojalá este mensaje llegue a mucha gente y ayude a abrir sus corazones. Ahora sí: chau, Gea… Que continúes tus aventuras por caminos menos difíciles y más cálidos. Gracias por todo”.

El posteo de Adriana tuvo decenas de comentarios, despedidas, palabras de agradecimiento también para ella porque varias veces se ocupó de Gea.

“La negraaa, como no recordarla! Tan buena, tan educada.. pero tan vagoneta… te vamos a extrañar angelito”, dijo Eve y #Gea un terremoto cuando entraba al bar…. Esa comunitaria querida, con un corazón callejero por elección”, dijo Marcela Hainez respecto de sus visitas al Bar Plaza.

“La veía en la plaza o por el barrio. No sabía que estaba enferma. Es terrible ver todos los que andan solos, todos los días aparece uno nuevo. Vuela alto hermosa Gea!”, escribió Estela.

María Ester la conocía por otro nombre: “Pobre “Chocolate, la vamos a extrañar pero mi cuñada Elida era compañera todas sus noches, tenía su comida”.

Está claro que las notas que sacó en “conducta” han sido excelentes pero con “observaciones”. ¿Qué materias cree usted que aprobó esta perra compañera de miles de alumnos del establecimiento?