Niños en aguas peligrosas: prevenir antes que el río se convierta en una trampa
En la época estival es una práctica común en toda la ribera de San Pedro que niños se bañen en el río. Existen hechos penosos que dejaron enseñanzas, pero no la conciencia necesaria para evitar que se reiteren. Ahora se impone la prevención. Los controles evitarán problemas mayores.
El calor se hace cada día más insoportable y la desesperación por zambullirse en un espejo de agua, sin importar las dimensiones, es la alternativa que encuentran algunos niños.
Tampoco se mide el riesgo, como el que corrieron unos pequeños que fueron avistados nadando en la dársena de ultramar del puerto local, a la vista del personal de la Prefectura apostada en el muelle principal.
Esto, lamentablemente, es habitual apreciarlo en otros lugares de la ribera, desde la zona de Bajada de Chaves hasta el río Baradero, y obliga a una recorrida de la fuerza que custodia la zona fluvial y a advertir mediante cartelería que, en estos lugares, está “prohibido” bañarse.
En el riacho San Pedro, además de la profundidad superior a 7 metros en el canal, la correntada se convierte en el principal enemigo. Lo mismo sucede en el río Baradero. En la dársena principal del puerto, el fondo se encuentra a unos 10 metros de la superficie.
Basta recordar episodios trágicos del pasado, relacionados con el río. No es necesario destacarlos, pero estos hechos dejaron lecciones en la sociedad.
Por lo tanto, es crucial enfocarnos en la prevención y la planificación para evitar la reiteración.
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