Oficios extraordinarios: Jorge “el Torti” Leiva, mecánico de colección
Son 50 años de "Tortilla" en un taller donde hasta la llegada de Lucas no se tomaba mate. El cirujano de arranques y alternadores que comenzó a trabajar a los 14 años, repasó momentos que permiten revalidar su título de mecánico galardonado por la confianza de sus "pacientes".
Esta historia que comenzó cuándo un joven decidió que no quería continuar con sus estudios ya lleva más de 50 años de trayectoria. El taller “del Tortilla” Leiva se especializa en arranques y alternadores. Es un “cirujano” de motores. Autos, tractores y maquinarias agrícolas se sienten a gusto en ese lugar donde los dueños saben que saldrán mucho mejor de lo que ingresaron.
Una recorrida por nombres de quienes le dieron la oportunidad de aprender y mejorar. “El que no trabajaba en una zapatería, trabajaba en una tienda”, relata respecto a quienes de niños se sumaban a distintos oficios. Abel Tagliatori, Ventura Codó y Heraldo Giacomelli, son solo algunos de los que abrieron las puertas de sus instalaciones para Jorge y tantos otros muchachos que luego instalaron sus propios talleres.
“Hoy no hay chicos trabajando”, reflexiona respecto a las oportunidades de hacerse desde abajo. Jorge recordó sus comienzos en donde “se empezaba barriendo y lavando. Y ya cuándo te ponían a desarmar algo te sentías como Gardel”. También dijo que desde el hoy a veces se pregunta “por qué no seguí estudiando” pero que hoy por hoy no cuenta con los conocimientos para las nuevas tecnologías.
El Servicio Militar no logró suspender el envión que ya había tomado. Hizo “la colimba” en la Prefectura y los días que tenía franco los dedicaba a la tarea que más le gustaba. “Este es el único taller donde no se tomaba mate”, relató entre anécdotas porque entendía que los mates estaban reservados a su casa.
“Te explico: Roberto García, el “chueco” que le decían, que tenía almacén “9 de Julio” entre Uruguay y Gomendio, a una cuadra de mi casa; cuando yo iba a hacer los mandados, decía que era tan cabezón,
Jorge “el tortilla de Geniol” Leiva
-por la cabeza y otra por los rulos- qué sé yo. Entonces me puso que tenía que tomar
una tortilla genial y me puso tortilla Genial, después me quedó tortilla solo”.
Cuando se le pide que recuerde anécdotas, la memoria lo lleva a 1976 cuando tuvo que acudir con un amigo en auxilio en el medio del campo de un Renault Gordini, “nos agarró una lluvia torrencial” que continuó con un temporal” de varios días. El auto a reparar quedó allí abandonado a su suerte hasta que regresaron unos diez días después. “No le habían tocado nada. Le habían quebrado la antenita del costado pero no la gente sino algún animal”, aclaró Jorge respecto al respecto por lo ajeno que fueron característicos de otras épocas de la Argentina.
A la hora de nombrar curiosidades, la cobranza, la economía y los chascos le dibujaron una sonrisa. Entre otros datos contó que alguna vez tuvo que tomar un transformador en parte de pago. Después de los años más intensos la salud le jugó una mala pasada pero superó al cáncer y a todo lo que conlleva repensar la vida.
El taller de 11 de Septiembre al 2550 hace un tiempo que “es otra cosa” ya que desde hace cinco años Lucas, el hijo de Jorge, se sumó a él implementando nuevas técnicas de reparación para arranques y alternadores que incluyen las nuevas tecnologías del mercado automotriz. La genética parece haber generado un nuevo artista.
“Mi hijo me llegó en el momento justo” explicó Jorge emocionado al recordar que antes de que Lucas estuviera con él, no tomaba mates y estaba muchas horas solo trabajando. “Me rejuveneció el alma”.
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