Una de las pocas certezas que tenemos con relación al delito es que actualmente es un problema significativo en nuestro país, pero por qué nuestro país padece hoy esta dificultad? Y la respuesta a este interrogante es bastante compleja pero trataré de simplificarla: no se pueden dejar de considerar las condiciones sociales que afectaron a los jóvenes que hoy están en conflicto con la ley penal.
La generación de jóvenes que hoy son conocidos como “pibes chorros” son casi todos niños de origen humilde, nacidos en la década del ochenta y llegados a la adolescencia a partir de mediados de los noventa. Estos fueron años en los cuales las condiciones de los sectores populares sufrieron cambios notorios. Hacia mediados de los setenta la pobreza en Argentina había sido predominantemente de transición, la mayoría de los pobres estaban en proceso de ascenso social y paulatinamente iban abandonando su condición de carentes. Pero en los ochenta esta tendencia se revierte, la pobreza se vuelve estructural y se dispara un proceso general de pauperización.
Uno de los problemas era que el sector formal de trabajo no crecía al ritmo al que se iban incorporando los jóvenes, la mayor parte del trabajo creado se generaba en el sector informal de la economía, eran empleos mal remunerados, sin estabilidad ni beneficios sociales.
Durante los ochenta los jóvenes con bajos niveles de escolarización, comenzaron a experimentar la imposibilidad de repetir la trayectoria de sus padres. Vieron disminuidas sus opciones de encontrar un trabajo estable, con una remuneración básica que les permitiera cubrir sus necesidades y la de sus familias. De manera que esta generación llegó a la paternidad sin haber logrado una trayectoria laboral estable que condujera a algún tipo de progreso económico, personal o social.
Los hijos de estos jóvenes directamente no conocieron en sus padres el modelo de estabilidad laboral, de dignidad personal y progreso social que predominó en la generación de sus abuelos.
Cabe mencionar que más allá del contexto en el que se origina esta problemática y de las estigmatizaciones que se originan a partir de la misma, es, en realidad la diferencia entre las expectativas que genera la sociedad y las posibilidades de alcanzarlas la que predispone a las personas a transgredir la ley.
Ferro Florencia – Técnica en Minoridad y familia
MP 13357
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