Policía bonaerense: la odisea de estudiar, buscar destino y endeudarse
Se endeudan para comprar la ropa y los elementos de higiene personal. Perciben cerca de 40 mil peso en la primera etapa y cuando se reciben les pagan 110 mil. Los derivan a ciudades donde deben alquilar viviendas compartidas y no cuentan con transporte cuando los citan de urgencia. El relato de una mamá que revela qué importancia se le da a un efectivo de la bonaerense.
“Es terrible, terrible, hace casi un año que los chicos están estudiando y no te puedo decir la fortuna que vamos gastando, así que estoy enojadísima”, dijo la madre de un agente de la policía bonaerense que este jueves debía presentarse en Mar del Plata sin saber el motivo. Ese efectivo y sus compañeros habían estado hace días en La Matanza, antes en La Plata, antes en Ramallo aunque su residencia es San Pedro.
Así empezó la historia que desnuda las vicisitudes por las que pasa quien quiera hacer la carrera dentro de la fuerza y mantenerse en principio con cuarenta mil pesos y luego en funciones con ciento diez mil. La inscripción en la ciudad fue masiva en cada convocatoria y un gran porcentaje sueña con “entrar en la Toyota” sin correr tantos riesgos y con transporte seguro.
“Desde el principio en que ellos van y se inscriben, los llaman y una vez que lo citan para que ingresen, ya ahí vas gastando 200 mil, mínimo, porque te piden toda la ropa. No tenés noción de las cosas que le piden”, dijo Romina pocas horas antes de emprender viaje y recorrer 550 kilómetros para llegar a la Costa Atlántica.
Los aspirantes a policía comienzan sus estudios en Ramallo “todo para un mes, todo lo que vos tenés en tu casa, desde jabón para la ropa, todo,. todo. Él o ella, cualquiera de los dos se tiene que comprar todo. Tuvimos que conseguir un bolso gigante porque fue terrible; no le entraba nada, aparte vasos, cubiertos, platos, todo lo que vos tenés en tu casa para alojarse en una escuela, que es una sede y ahí se tiene que llevar todo. Tiene habitaciones, tienen duchas pero ellos se tienen que llevar todo lo que van a usar”, indicó respecto al comienzo de la carrera de policía donde lo único que está cubierto es la comida.
Dos meses estudian en Ramallo, de allí parten hacia la ciudad de La Plata a la Juan Vucetich “vos tenés que comprar todo y a veces no sabés si quedás o no”.
Romina entiende que desde que los sampedrinos egresaron “los tienen como maleta de locos”. Las citaciones llegan a lugares de difícil acceso. Para presentarse el jueves en Mar del Plata tuvieron que ir a buscar documentación a La Matanza. Sólo para ese viaje tuvieron que contratar un remise entre cuatro agentes que costó treinta mil pesos. Uno de ellos venía desde San Nicolás.
“Y se tienen que ir, porque no saben a qué van, cómo van, no saben nada”, respecto al destino que les asignarán “te da impotencia decir, quién ayuda a los que verdaderamente quieren ser algo el día de mañana. no todo el mundo tiene para apoyarlos, va a haber cada menos que estudian”.
“A mí a veces me da vergüenza cuando mi hijo me dice: “ma, ¿para qué estudié tanto o para qué me metí en este oficio que me gusta?. Para nada, me hubiera quedado en una verdulería y tal vez cobraba más”.
Hay medio centenar de jóvenes de la ciudad en la misma situación y Romina quería que alguien aporte el transporte o el combustible que la propia fuerza debería disponer para sus efectivos. “Pero bueno, así estamos, muchos abandonan y se van a Toyota. Estoy muy rabiosa, es una lástima que estén a la deriva, en la nada, sin saber con que se va a chocar, es muy triste ver esto, hay chicas que ya tiene hijos, que están pensando en dar la baja porque no llegan. Este año hubo muchos chicos que tuvieron que abandonar por este tema, se dan en baja ellos mismo después de tantos meses de estudio, la verdad que es tristemente una locura y lo más triste que una vez que se estabilicen tienen que empezar a pagar todos lo préstamos que sacaron”.
La mujer enumeró el nivel de endeudamiento que han contraído para hacer frente a las obligaciones que les impone la profesión de policías. Durante el verano quienes fueron destinados al Operativo Sol tuvieron que alquilar viviendas compartidas en lugares de veraneo donde las tarifas y las exigencias son mucho más onerosas.
Durante 2022 más de 600 chicos se inscribieron, se presentaron menos de 150 y hoy cursan unos pocos. Los que asignaron a San Pedro vienen de otras ciudades y deben pagar su alojamiento. Esta vez lo hicieron en el Hotel Eser pero durante el feriado de Carnavl peregrinaban buscando una casa.
Ciertamente hay mucha hipocresía entre lo que se exige, se pretende y se muestra. Los cachetazos que hace pocos días una chica le dispensó a un policía tras una pelea en una madrugada violenta deben doler bastante menos que esta peregrinación constante que muchas veces exige horas y horas de guardia bajo el sol sin saber que cuando termina la jornada hay sitio para descansar y reponerse lejos de la ciudad en la que vive su familia.
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