Precios desquiciados: los jubilados que compraban 116 kilos de falda en enero ahora sólo llevan 48
Los “jubilónomos”, jubilados que hicieron su aporte a la caja de autónomos y cobran la mínima, puede que cuenten con algún recurso extra para comprar un kilo de lomo a 3700 pesos para resguardar la dentadura. Los que sólo cobran la mínima deberán privarse de ese lujo porque quien en enero de 2023 tenía para llevarse 62 kilos, hoy pondría en su heladera sólo 23 kilos.
Esa es la comparación que puede evaluar cualquier persona que se pregunte si le corresponde o no el bono de 37 mil pesos que le ayude a compensar la pérdida de su poder adquisitivo. La respuesta es NO. Con esos 37 mil solo lograría 10 kilitos extras. En el “índice lomo” habrá perdido 29 kilos de churrascos.
Para quienes llevan el índice de remarcación y creen que con controles de precios se soluciona el drama de los que perciben menores ingresos, conviene solo tomar la tabla que La Opinión evalúa mes a mes en los comercios de la ciudad.

Ninguno coincide con los que publica el gobierno y mucho menos alcanza para solventar la canasta básica que debería incluir remedios, anteojos, dentista, kinesiólogo y otras necesidades que conlleva la edad de los “adultos mayores”, tal el nombre que se le ha dado a la que otrora se le decía “clase pasiva” porque se suponía que no tenía que trabajar.
En enero de 2022 un aceite Natura costaba 260 pesos, en el mismo mes de 2023 se fue a más del doble: 540. El 31 de agosto, la misma góndola y el mismo minimercado lo exhibía a 1200 pesos.
Quien cobra sus 87 mil y tiene como horizonte para septiembre los 37 mil que anunciaron Sergio Massa y Emilia Raverta pueden aspirar a transformar sus 124 mil en 103 botellas para mantener el valor de su dinero. Si hubiesen “especulado” tendrían a valor de hoy 476 botellas de Natura en su alacena.

El cálculo no es caprichoso si se toma como referencia el valor del dólar blue a 377 en el primer mes del año y a 730 en septiembre de 2023. Los 124 mil que suma el monto base más el bono, representaban por entonces 329 dólares que hoy son 169.
Claro que el monto jubilatorio en aquella fecha era sin bono 58 mil y como premio le anexaron 15 mil en marzo cuando aún se estaba bastante lejos de las elecciones: eran 153 dólares de básica y casi 38 de bono. Unos 191 a la cotización del blue: casi 30 dólares más que en la actualidad.
La misma fórmula se puede utilizar para el té Taragüí de 25 saquitos que en enero de 2022 costaba 55 pesos y hoy está a 250 o el lujoso queso Cremón de La Serenísima que estaba a 559 pesos el año pasado y pasó a 1100 este año, ahora cuesta 2530.

O sea, la mínima con bono ilcluido de hoy permite 49 kilos del lácteo que ya tiene segunda y tercera marca de reemplazo.
Hay un libro famoso, en realidad un best seller: “Quién se ha llevado mi queso”, cuyo autor Spencer Johnson lleva más de 50 ediciones con esa especie de manual de autoayuda que sirve para ciudadanos de todo el mundo pero se hace difícil de aplicar en Argentina.
“Una manera sorprendente de afrontar el cambio en el trabajo y en la vida privada”, dice la síntesis de la obra que vio la luz por primera vez en 1998, cuando la divisa norteamericana era convertible un peso un dólar.
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