Preocupación entre choferes de remises y taxis por el traslado de pacientes contagiados o sospechosos de COVID-19
Aunque las agencias tienen un protocolo obligatorio, aseguran que es "preventivo", por lo que se exponen a contagios ante el traslado de personas que fueron atendidas en Consultorio Rojo por alguna complicación o en Consultorio Amarillos tras ser hisopados con síntoma compatibles y no informan su condición.
Desde que comenzó la pandemia, taxis y remises tienen que cumplir un protocolo preventivo para minimizar riesgos de contagio y poder trasladar personas, es decir continuar con su trabajo habitual.
Pero ese protocolo “preventivo” aparece como menos efectivo ante el eventual caso de tener que trasladar a un paciente que dio positivo de coronavirus COVID-19 o que presenta síntomas compatibles.
Por eso es que hay preocupación entre los choferes: les ha tocado tener que trasladar personas desde o hacia Consultorio Rojo, donde van los pacientes contagiados para hacer consultas médicas, o Consultorios Amarillos, donde llegan quienes tienen síntomas compatibles para ser hisopados.
“Hace un año, cuando empezó la pandemia íbamos a buscar la gente al Tiro Federal, ahora es con el Consultorio Rojo y el Amarillo, y no hay ningún protocolo extra al que tenemos en el auto, que no alcanza”, se quejó un remisero de 49 años que tiene coronavirus.
Se percató del riesgo cuando él mismo estaba en el Hospital y pacientes contagiados informaban a los médicos que regresarían a su casa en remís.
Entre los remiseros, personal esencial, los pocos que están vacunados es porque son adultos mayores o porque tienen algún problema de salud. Pero, al igual que en otros casos de trabajadores de rubros con un alto grado de exposición al virus, no hubo un criterio de vacunación específica para ellos.
“Las agencias están exponiendo a todos los trabajadores en esta situación. No tenemos más medidas de protección que las comunes que dispusieron, que son preventivas”, señaló otro chofer de otra agencia.
El protocolo de prevención implica la desinfección constante de los vehículos, nylon dispuestos para separar la zona del chofer de la de los pasajeros, el uso de barbijo, la prohibición de trasladar gente en los asientos delanteros. La mayoría los cumple. Pero aún así, el riesgo existe.
En las agencias de taxis o remises tienen un protocolo claro: no trasladan a pacientes contagiados con coronavirus COVID-19. El problema es que muchos no informan su situación.
La trampa es posible: quien va a al Consultorio Amarillo dice que va al supermercado de la esquina; el del Rojo, al Hospital; y en muchos casos la gente sale de esos consultorios y camina hasta una agencia para tomarse un remís porque saben que si informan que son pacientes contagiados o sospechosos reciben la negativa para el viaje.
Entre los choferes hay quienes consideran que la Secretaría de Salud debería profundizar el mensaje para que la gente contagiada o sospechosa procure llegar por sus propios medios a las consultas médicas para evitar los riesgos o acaso disponer vehículos acordes o como alternativa obligar a brindar la información para que la agencia tome las precauciones del caso.
Entienden que hay gente que no tiene otra manera de movilizarse pero también creen que están aquellos a los que, finalmente, no les importan demasiado las consecuencias.
Como el tema de la semana es la “fiesta de los mamelucos” que reveló La Opinión el domingo, en la que se ve a jóvenes vestidos con ese traje que usan médicos y enfermeros, no faltaron las voces que trajeron el tema a colación en relación a medidas que podrían implementarse en el rubro.
El año pasado era todo un poco más controlado, recordó un taxista. Un compañero de la cooperativa que trasladó a pacientes contagiados al ex Tiro Federal tuvo que aislarse 10 días tras el episodio por haber sido “contacto estrecho”. Eso ya no ocurre.
“Incluso hubo médicos que llamaron para trasladar gente positiva y les dijimos que no”, contó una remisera que tomó por costumbre desinfectar su vehículo con amonio cuaternario inmediatamente que se baja un pasajero.
“Hay que desinfectar todo, adentro, afuera, todo”, aseguró una remisera.
Entre los trabajadores de taxis y remises hubo varios casos positivos y hasta fallecimientos. En agosto del año pasado falleció Manuel Novo, de 70 años, dueño de una agencia y en mayo pasado murió Juan Carlos Ortega, de 73 años, camionero jubilado que trabajaba como remisero, por ejemplo.
Entre los integrantes de la cooperativa de taxis hay un compañero de 45 años que este jueves cumple 10 días de intubado tras contagiarse de coronavirus COVID-19 y cuyo cuadro se agravó.
La preocupación por los riesgos existe pero también la de, como sucedió el año pasado en los momentos más extremos de la cuarentena, que el trabajo baje al punto de que muchos tuvieron que buscar otra opción para ganarse la vida.
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