Quisiera compartir una pequeña historia que me ha pasado el 12 de Octubre último. Encontrándome aburrido en mi ciudad (Huercal Overa, España) me dispuse a ir a ver un partido de fútbol, uno el de mi ciudad (y digo mi ciudad porque le he tomado mucho cariño y la siento como mía) Huercalense F.C. vs. Alhauriño, ambos de la tercera división, esto sería como una «B» en Argentina. Claro, como referí de fútbol que soy me disponía a ver más al árbitro del partido que a los propios equipos; la cancha estaba bastante llena porque habría unos 1.500 espectadores y el partido transcurría con total tranquilidad, pero promediando la segunda mitad hubo un hecho que quiero compartir con ustedes ya que me ha dejado sin palabras. De más está decirles que la cancha no tiene alambrado olímpico y eso me llamó la atención pues era lo primero que observaba ni bien entrar al campo de juego, pero lo mejor estaba por llegar. Como he dicho antes a mitad de la segunda parte cayó sobre el campo de juego una lata de coca cola, a golpe de vista estaría por la mitad de refresco, el línea hizo una seña al árbitro del partido el cual se acercó; para esto la gente se había parado y señalaba a un individuo en la tribuna y todos al unísono coreaban… “que se vaya, que se vaya”. El árbitro principal paró el partido, la policía subió hasta donde estaba este señor, le labró una multa y seguidamente lo sacaron del espectáculo futbolístico y para penar esa barbaridad dicho señor no podrá ir a un campo de juego durante 6 meses. Que bonito sería, primero que no hubiera violencia en las canchas, ni en ningún lado y después tener la voluntad de que la gente repudie tal acción propia de salvajes (sin ofender a los salvajes).
Por suerte no pasó nada y mi equipo ganó 4 a 0 y está primero en la tabla. Espero que empecemos a imitar la voluntar de las personas que repudiaron tal aberración.
[align=right]Mariano Parra[/align]