“Yo quería que el mundo estuviera a tus pies, no que vos estuvieras a los pies del mundo”, le dice FANY la madre judía que interpreta NORMA PONS en la celebrada obra de teatro “Volvió una Noche”, que relata la “reaparición” de una madre que había muerto pero que se corporiza nuevamente a partir que el hijo le dice (figuradamente): “Mamá me caso”. En realidad ese reproche viene a cuento porque la madre, que se perdió unos cuantos años de la vida de su hijo, se entera que éste que cuando ella murió estudiaba medicina “y le faltaban cuatro materiales” (sic), en realidad era un pedicuro, con lo que eso tiene de diferente entre un médico y esa profesión.
“Mamá es una profesión como cualquier otra”, le espeta el hijo a modo de explicación superrealista que los que somos padres sabemos muy bien de qué se trata. La profesión de los hijos, en especial cuando las madres son del tipo “idish-mamele” como la de la obra de teatro, o de origen italiano o español, y cuando los hijos son varones, son un tema por demás complicado y difícil de elaborar, sea por parte de los jóvenes, sea por parte de las madres.
“Vos conociste alguna vez a algún chico que dijera “quiero ser pedicuro cuando sea grande” hijo mío???” le vuelve a recriminar la madre sobre el cerebro del “nene”. La obra merece ser traída por las señoras que apoyan el teatro Siripo de nuestra ciudad y con esa excelente (hoy) actriz, antigua vedette de plumas y escasa ropa que supo dar un viraje a su vida cuando percibió que el físico algún día se termina… Quizá un ejemplo profesional que deberían imitar otras mujeres que utilizan el físico como su argumento de vida.
Desde aquella paradigmática obra, “Mi hijo, el dotor…” que describía una realidad indudable, el inmigrante (de cualquier origen) quería que su hijo fuera “doctor” como una forma de ascensión social, el mejor elevador desde una clase laboriosa a una superior, era el título profesional. Con el devenir del tiempo, en esta Argentina de los “Rodrigazos”, “Tablitas”, “1050”, “Australes”, “Convertibilidad”, “Patacones”, etc., etc. Y que han obrado a modo de gran fumigación, con gobiernos despócos o democráticos, aquella idea casi mágica ha ido desapareciendo, hay miles de profesionales que deben irse del país por falta de oportunidades, hay miles de profesionales que sobreviven penosamente, hay miles de profesionales o estudiantes que asisten angustiados al futuro que perciben oscuro, difícil y plagado de peligros económicos, por obra y gracia de los gobiernos, no de ellos.
Existe en este momento otra vez la sensación de inestabilidad económica y que el gobierno no alcanza a encaminarla hacia playas más seguras. Los oficialistas desmesurados le echan la culpa de toda esta problemática a los grupos de poder, como lo son los supermercadistas, ganaderos, mayoristas, etc. que han recibido pingues de ganancias en gobiernos de tono liberal y quieren mantener esos privilegios… Creo, que también hay una crisis en el Estado para mejorar la performance de quienes cumplen funciones, “los funcionarios” sean “dotores” o “licenciados”, o simplemente nada como profesión. Comencemos por los legisladores, sean nacionales, provinciales o municipales a quienes su ocupación tan limitada y hasta errática, coloca a los parlamentos como un ejemplo de “no hacer nada” pero ganar buen dinero del Estado. Los de los ejecutivos también han sido un ejemplo de “hacer la plancha” para pasarla bien con poco esfuerzo…
Finalmente los funcionarios judiciales (!) bueno, hay que oír lo que dijo el Juez Risso sobre su incapacidad para resolver (lo que tiene que resolver) y la inestabilidad sobre el futuro ya no económico, se vuelve absoluta.
Siempre pensamos (lo seguimos haciendo), que la justicia es la reserva del poder republicano, la garantía de todo el resto gubernamental, a pesar de ese minúsculo Juez de Menores…
por el Dr. Elvio Macchia