Quién era y cómo vivía Verónica del Valle Romero, la mujer de 38 años que murió en el geriátrico de calle San Martín
Verónica del Valle "empezó a existir cuando se murió". Tenía domicilio en Derqui, de allí llegó a Baradero junto a Francisco, un compañero de diálisis. Cuando el hombre murió quedó a merced del maltrato y hasta su pensión cobraban. Estaba ciega cuando la dejaron en la calle y la alojaron en el hospital de Baradero. Su final llegó cuando una asistente social la alojó en San Pedro.
“Que falleció el día 11 de enero de 2024, a las 19.30 hs., en San Martín 1875, SAN PEDRO, Provincia de Buenos Aires, Argentina siendo la causa de defunción Distres respiratorio, Hipoglucemia, Diabetes tipo 1 constatado por el/la Médico Alberto Julián Gómez, matrícula M.P. 61405, según certificado médico n| 00790620, de sexo Femenino, edad 38, de profesión Pensionada, con domicilio en San Martín 1875, SAN PEDRO, Provincia de Buenos Aires, Argentina, de nacionalidad Argentina, DNI 31.553.634, nacida el 29 de abril de 1985, hijo/a de "... y de ... ”, o sea: hija de nadie.
Este es el texto del certificado que da por terminado el trámite que más tarde o más temprano se debe cumplir con un fallecido. Así de irregular: falleció el jueves 11, fue sepultada de manera expres el 12 y en el Registro Civil pusieron el sello el 17 de enero.
Verónica del Valle Romero, tiene domicilio en la localidad de Derqui partido de Pilar. Los que escucharon su historia en la ciudad de Baradero saben que tiene familia y que llegó al partido vecino junto a Francisco, un hombre mayor que falleció hace dos años y que la tenía a su cuidado porque en el lugar en el que ambos recibían tratamiento le solicitaron que quedara a cargo de esta mujer que por entonces ya necesitaba ayuda porque había quedado ciega.
Morir ha sido la única posibilidad que tuvo Verónica del Valle Romero de probar su existencia.
Según pudo reconstruir La Opinión, la vida de Verónica cambió abruptamente cuando quedó sola y otro hombre comenzó a hostigarla, a utilizar el dinero de su pensión, a maltratarla e incluso a echarla del lugar donde vivía hace poco más de dos meses. “No la dejó entrar a la casa cuando volvía de la diálisis”, relatan quienes escucharon su historia en el Hospital Lino Piñero, donde estuvo alojada unos días hasta que una asistente social decidió “traerla” a San Pedro y dejarla al cuidado del Dr. Julián Gómez en el geriátrico San Francisco de Asís.
“Iba sucia a la diálisis, ese hombre no la dejaba bañarse porque como no veía no la quería ayudar”, evoca un paciente que estuvo cerca porque cada martes, jueves y sábado debía ser trasladado al Sanatorio Coopser para dializarse en el servicio que está en manos de una empresa tercerizada. Refirió que incluso estaba endeudada con el Anses porque sacaban créditos a su nombre.
Punto a punto, se borda la corta historia que ninguna de las personas responsables del cuidado de sus derechos observó.
Las pocas semanas que transcurrió en el geriátrico no fueron suficientes como para hilvanar sus últimos días ya que el médico a cargo le dijo a La Opinión que la mujer que murió había venido de Entre Ríos y que pese a que hicieron lo posible por salvarla, su vida se apagó. Eso sucedió entre las 19.20 del jueves 11 de enero y las 20.05, momento en el que se registró la llegada de un patrullero primero y una ambulancia después. Cuarenta y cinco minutos.
“Ella decía que tenía un montón de hermanos, pero nunca, nunca nadie se hizo cargo de ella y ella se quejaba siempre que había una que le pegaba porque iba con moretones, pero como ella no veía pobrecita, ella no sabía" señalar quien era su agresora relató una auxiliar que pudo tratar con ella en el consultorio al que asistía.
Punto a punto, se borda la corta historia que ninguna de las personas responsables del cuidado de sus derechos observó. Morir ha sido la única posibilidad que tuvo de probar su existencia. Si hubiese sobrevivido jamás la sociedad hubiese notado su ausencia. El desprecio por su identidad, su género, su condición y su exclusión es más que notorio.
¿Cómo llegan las noticias?: “Yo mañana iba a ir al cementerio para ver a dónde estaba ella, para saber a ver a dónde estaba enterrada porque ya que no tiene a nadie”, reflexionó una mujer que la conocía y llamó a La Opinión para que se le indique cómo llegar a la tumba.
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