Siete años esperando con indignación
La vivienda de Josefina Ramírez está emplazada en el medio de la barranca, a punto de derrumbarse o ser aplastada. A pesar de su reclamo ninguna autoridad se ha hecho cargo del caso.
Ante tanta repartija y clientelismo político, todavía quedan vecinos indignados. Pero no por estar afuera de ese sistema perverso, sino porque han transcurrido 7 años de reclamos y no ha conseguido ninguna clase de respuesta.
“Ya no sé que hacer, por eso acudí a los medios”, aseguró Josefina Ramírez, una vecina de 70 años que habita en una precaria vivienda del barrio Las Canaletas ubicada en el medio de las barrancas.
“Hace 7 años que me censaron pero hasta hoy nadie nos dio una solución”, aseguró con tristeza la mujer.
Josefina Ramírez trabajó siempre limpiando casas y su esposo era pintor; pagaban todos sus impuestos y llevaban una vida relativamente normal. El sistema social de un país desequilibrado los fue absorbiendo hasta quedar inmersos en la pobreza y desesperación.
“La única vez que tuvimos una vivienda asignada fue cuando nos habían dado una vivienda en las 291, mi hijo iba a trabajar para construir las casas pero cuando mi marido enfermó tuvo que dejar. La casa estaba prácticamente terminada, le faltaba el techo nada más, pero mi hijo tuvo que salir a trabajar sino, no comíamos. Después mi marido falleció y nunca más me reintegraron”.
“Entiendo que esté bien que nos sacaran la casa, pero lo más grave fue que nosotros resignamos la casa porque ya no podíamos seguir construyendo, pero grande fue la sorpresa cuando nos enteramos y comprobamos que les habían dado vivienda a muchos que nunca habían hecho nada”, dijo Josefina.
“Antes de morir, mi marido iba todos los días a Desarrollo Humano, yo también he ido cientos de veces pero nunca me dieron una solución”. “Esto viene desde que Ángel Álvarez estaba a cargo”, comentó la vecina.
“Me censaron y consideraron que mi vivienda estaba en emergencia. Creo que fueron cinco a seis los censos que tuve, pero nunca pasó nada”.
“Tengo 70 años y no puedo vivir así. Cuando mi marido enfermó esto era un calvario. Imagínense como hacía para trasladarlo cuando llovía viviendo en el medio de la barranca”.
“Yo no quiero que me usen políticamente, y lo único que me recalcaron siempre fue que no vaya a los medios y cada vez que les decía, me mandaban un asistente social para conformarme”.
La precaria casa de Josefina se encuentra emplazada en medio de la barranca y corre un serio riesgo de ser arrastrada por la erosión de la tierra o aplastada por otras casas y árboles de grandes dimensiones que se sostienen de algunas pocas raíces sobre la parte superior. Para salir debe recorrer unos 20 metros de escalera de tierra que su propio marido construyó cuando se fueron a vivir allí, hace unos 30 años, pero prácticamente hoy le es imposible salir.
Parece mentira que, por su edad, haya sido excluida y castigada “por haber trabajado toda la vida” sin poder llegar a concretar un derecho básico. Ante las usurpaciones y los tristes espectáculos en las adjudicaciones, su caso no puede más que poner en evidencia los verdaderos objetivos de quienes ven en la ayuda social, su mejor botín político.