Silvio Velo cumple 50 años: sus primeros pasos en Las Canaletas y cómo el Instituto Román Rosell le cambió la vida
Este sábado el futbolista de Los Murciélagos celebra medio siglo de vida, mientras pelea por un lugar en los Juegos Paralímpicos Tokio 2021. No vidente de nacimiento, cuando todavía era un niño se fue de San Pedro para poder estudiar y descubrió que podía ser deportista.
Silvio Velo cumple 50 años este sábado 29 de mayo de 2021, una temporada más que trascedente en su carrera deportiva porque, vigente, quiere disputar sus quintos Juegos Paralímpicos en Tokio 2021. Mientras tanto, disfruta en San Pedro con su familia porque no viajó con Los Murciélagos a Japón a competir en el Gran Prix.
Antes del fenómeno que durante un largo período el mejor futbolista no vidente del mundo hubo un niño que nunca imaginó llegar a donde está hoy, pero que luchó incansablemente por sus sueños. Y nunca bajó los brazos porque su voluntad pudo más que su limitación.
Velo nació y se crio en el barrio Las Canaletas. De niño, como todos en el barrio, jugaba al fútbol en el potrero aunque no veía y la pelota no tenía sonido. Su tiempo lo pasaba con sus hermanos y amigos, muy cerca del río.
Su vida cambió para siempre a los 10 años cuando se fue al Instituto Román Rosell de San Isidro, un centro inaugurado en 1941 para que las personas no videntes puedan desarrollarse. Allí, inició sus estudios porque en su ciudad sólo pudo hacer nivel inicial y descubrió que los alumnos jugaban al fútbol con una pelota con sonido.
Desde entonces, a la par de su educación corrió su sueño de ser deportista. En 1991 se formó la primera Selección Argentina de fútbol para ciegos y Silvio Velo no faltó. Recién cuatro años después la disciplina tomó envión cuando de la mano de Enrique Nardone, el brasileño Ramón Pereyra Souza y el español Carlos Campo López se creó el primer reglamento.
Lo que sigue en la carrera de Velo es conocido. Ganó dos mundiales (Río de Janeiro 2002 y Buenos Aires 2006) y fue subcampeón en otros cuatro (1998, 2000, 2014 y 2018); en Juegos Paralímpicos fue medalla de plata en Atenas 2004 y bronce en Beijing 2008 y Río de Janeiro 2016. A su vez, en los dos primeros fue el abanderado de la delegación nacional en la ceremonia inaugural.
Con él, Argentina también hizo podios en Juegos Parapanamericanos y copas América. Individualmente, cosechó un sinfín de galardones como los premios Olimpia, Clarín, Konex y Jorge Newbery.
Fuera de la cancha también dejó su huella: publicó su libro “Cuando hay voluntad, hay mil maneras”, participó en un reality show de saltos ornamentales y escaló el Aconcagua. Su misión fue, y es, transmitir el mensaje de que “se puede”, aun con las dificultades que se presentan.
Actualmente, Velo está en la recta final de su carrera y días atrás se anunció que es la cara del nuevo proyecto de Atlas para después de los Juegos Paralímpicos. Antes, tiene la meta de ganarse un lugar entre los diez jugadores que vestirán la camiseta celeste y blanca en los Juegos Paralímpicos Tokio 2021 que tendrán lugar en Japón entre el martes 24 de agosto y domingo 5 de septiembre.

Velo, el creador del apodo “Los Murciélagos”
Su apego con la camiseta de Argentina es tal que fue quien inventó el apodo “Los Murciélagos” y contribuyó a que sea identificado no sólo en Argentina sino en todo el mundo.
Corría el 2002 y el combinado nacional estaba en Río de Janeiro, Brasil, disputando el Mundial en el que se consagraría campeón. “Empezaron los buenos resultados y nació el nombre que fui yo quien lo puso”, admitió el deportista en una charla que brindó el año pasado en Mar del Plata durante los Juegos Bonaerenses 2019 y de la que La Opinión fue testigo. Y detalló: “Fue en un vestuario. En ese momento estaba de moda el zoológico deportivo en Argentina, por así decirlo. Estaban Los Pumas, Las Leonas, Las Panteras y demás. Entonces empezamos a decir porque no podemos estar nosotros. Buscamos un nombre de un animal y se propuso Los Topos, Los Linces y otros. Yo propuse Murciélagos y fue aceptado”.

Además, explicó que la identidad gustó porque es “un bichito que se maneja por la ecolocalización” que funciona por “efecto rebote” que es una característica que también tienen las personas no videntes: “Yo golpeo, el rebote me vuelve y me da las dimensiones de esta sala, por ejemplo. Yo no veo nada, luz ni nada y a través del sonido tengo ciertas referencias. Me ayudó mucho con eso porque para mí es muy importante”.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión