Mientras no desarrollemos nuestro ser espiritual, tampoco alcanzaremos ninguna estabilidad, sino que iremos siempre a la búsqueda de nuevas personas, puestos de trabajo y comunidades, que creemos podrían darnos lo que al fin y al cabo nosotros no poseemos y tampoco queremos desarrollar. Mientras no seamos fieles a nosotros mismos y no desarrollemos nuestro ser espiritual, nuestro verdadero yo, esperaremos siempre de nuestro prójimo lo que nosotros no tenemos y que por tanto tampoco podemos dar.
En el otoño de nuestra vida nos encontraremos entonces con las manos vacías, pero con una abundante experiencia negativa, con una especie de telaraña formada por incontables nudos e hilos que otra vez tenemos que deshacer, ya sea como almas en los ámbitos de purificación o nuevamente en la Tierra en posteriores encarnaciones.
Quien no da frutos maduros, quien no ha aprovechado su verano, tampoco alcanzará soberanía en el otoño, será un viejo infantil que mirará retrospectivamente su existencia terrenal humanamente espectacular.
Maximiliano Corradi
Vida Universal
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