Las instituciones educativas surgen en el siglo XVII. Uno de los objetivos de su creación fue dar solución a una problemática que surgió como consecuencia de la Revolución Industrial. Debido a ésta muchas mujeres fueron incorporadas al mercado de trabajo y con frecuencia sus hijos vagabundeaban por las calles. Así, sacar a los niños de la calle fue uno de los mandatos fundacionales de la escuela pública.
A partir de la Revolución Francesa la educación pasa a ser entendida como un Derecho que tiene todo ciudadano y como un medio capaz de brindar igualdad de oportunidades.
En Argentina la escuela pública fue diseñada sobre el patrón de la modernidad (fue uno de los pilares ideológicos de la Generación del 80) los objetivos de la integración, homogenización cultural y constitución de ciudadanía política se garantizaron por el carácter obligatorio y universal que adquirió la escuela pública a partir de la sanción de la ley 1420, estableciendo que la educación ha de ser universal, común, mixta, gratuita, obligatoria y laica.
Hacia fines del siglo XX el deterioro del sistema educativo se fue acentuando siendo en el período de 1976-1983 donde se sentaron las bases para la aplicación de la política económica neoliberal de la década del 90 a partir del golpe militar.
En la década del 90’ se llevaron hasta las últimas consecuencias dichas políticas, renunciado, de este modo, el Estado a la regulación del mercado. Entre otras cuestiones se avanzó en la flexibilización laboral, se recortaron los presupuestos de educación y salud y se paralizaron las obras públicas.
Es así como la educación pública sufre el impacto de las políticas de ajustes y en consecuencia el empobrecimiento de sectores de la población entre los que encontramos a los sectores medios y los llamados populares o los más empobrecidos.
Las familias comienzan a padecer estas políticas de ajuste, presentándose actualmente como estalladas, una sociedad convulsionada, una sensación de falta de perspectiva, de futuro, y la desaparición de instituciones intermedias que brinden contención.
Por esta razón hoy los establecimientos educativos, entendiéndolos como unidades sociales dotadas de espacios, instalaciones y personal, que funcionan de un modo organizado según un fin o un proyecto y que se insertan en la trama de instituciones sociales manteniendo con ellas diferentes relaciones de influencia, se constituyen en el espacio de contención de niños y adolescentes sobrecargándolo de sus funciones tradicionales.
La sociedad espera que la escuela no solo eduque, sino que también alimente, sane, prevenga adicciones, que forme ciudadanos, que contenga, etc. Sin embargo, la asignación de estas nuevas funciones a la institución escolar amenaza su propia identidad y sentido. En las condiciones actuales, la heterogeneidad y la desigualdad social están cada vez más presentes en las instituciones educativas. Por lo tanto la escuela no está exenta de factores culturales, sociales, políticos y económicos que operan en cada contexto histórico-social, es así que repercuten en ella los efectos de la violencia que produce el sistema. Violencia vinculada a la desigualdad social en términos de riqueza y poder.
Florencia Ferro – Técnica en Minoridad y Familia – MP 13357
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