La mujer abrió la puerta de la oficina y, contenta por haber encontrado “a la Lili”, empezó con su relato y consecuente pedido para comprar un poco de pollo “con un poquito de plata que te la devuelvo, Lili, esta semana que viene no, la otra, el jueves, que me dan el crédito”.
Así arranco la jornada del lunes, con una señora que cargaba una mochila y una bolsa. La charla fue breve, mientras se juntaban 150 pesos, que no es mucho pero sirve para sortear las exigencias de la comida del día. Se trata de esas ocasiones en las que un intercambio verbal breve lleva al periodista al borde de la indignación cuando entiende que la malversación de la información y los derechos del ciudadano son vejados, violados y vulnerados, que la profundización del esquema de “redistribución” con plata ajena que inventó el kirchnerismo con el dinero de Anses se profundiza ahora durante el macrismo y con el ingrediente de la práctica usuraria que les permitirá llegar hasta las elecciones con la perversa ecuación de la manipulación del votante.
El ejemplo es contundente: La señora F. contó que la semana próxima le “dan la plata del crédito” y que con eso va a pagar lo que debe de luz, de gas y de farmacia. Saca un sobre y muestra una planilla. Se le pregunta por qué toma otro crédito y se le advierte que no le va a quedar nada para cobrar mensualmente si se sigue endeudando. Dice que no le importa, porque “soy sola y no meto a nadie”. Se insiste y se vuelve a mencionar si es posible que a esa plata se la haya pedido algún familiar o allegado para abusarse. Responde que “no, no, soy sola me ayudan ahí en el Anses, ese chico tan bueno, el que me ayudó la vez pasada, me hizo todo el trámite”.
Papeles en mano, se ven las cifras y ella se pone nerviosa. Pide: “No digas nada. No vayas a decir nada, que no me lo van a dar”. Teme, teme mucho que no le llegue ese alivio momentáneo que no es ni más ni menos que un salvavidas de plomo que tarde o temprano la terminará de hundir en la indignidad. Esta vez el usurero es el Estado, el mismo que le otorgó la jubilación o pensión sin haber hecho aportes, el que le vendió la idea de la conquista de un derecho para que se obligue a expresar gratitud a la gestión de turno, el mismo que le prometió bienestar y buena administración con transparencia cuando cambió de color político, el que el año próximo le dirá que se hunda o tarde menos en morirse porque el sistema previsional explota.
La liquidación del nuevo préstamo de F. dice que a través del Banco de la Provincia de Buenos Aires se le darán 60 meses/60 cuotas para devolver casi 15.000 pesos con una tasa del 44, 68 por ciento. El formulario también consigna que en el mismo acto está cancelando 53.000 pesos que debe del préstamo del que alcanzó a pagar algunas cuotas a una tasa bastante inferior a la que ahora asumirá por un total de 68.40, que es el máximo que se le permite de acuerdo a la resolución adoptada por el organismo.
A la señora entonces, no le respetan la tasa anterior y, al igual que el peor de los usureros le aplican el nuevo, el “barato”, si se lo compara con el 80 % que cobran los bancos pero sin el riesgo de que deje de pagar la obligación, ya que el importe le será debitado con cada recibo y no puede ser superior al 30 % de sus ingresos.Tremendo, porque al pie se ve la firma de la señora apenas garabateada y con el agravante de que hay un mail en el renglón correspondiente que dice [email protected], precisamente el apellido de F y el dominio de un correo electrónico que ni siquiera existe pero que le sirve para un expediente que abre con su nombre y en el que nunca verá notificación alguna.
Se llama así: “Crédito Programa Créditos ANSeS Ley 24.241, y modificatorias, at. 74, Incs. m) y n)”.
La señora F. se da cuenta que “la Lili” pregunta mucho y tiene más miedo que antes de que le saquen ese beneficio. Cuando se le asegura que ni datos ni montos serán revelados se sienta y espera una vez más que concluya un interrogatorio que en definitiva le genera dudas para el futuro y que le soluciona el presente que, en definitiva, es lo más importante: lo urgente es comer y pagar las deudas.
“Consentimiento de débito del presente crédito Anses para cancelación parcial por cuotas vencidas impagas y/o cancelación anticipada de préstamos oportunamente tomados dentro del programa asociados a un mismo beneficio”, dice la leyenda superior, que es más que suficiente para que cualquier abogado lo tome como válido.
Y luego dispara: “El tomador del crédito solicita a esta Anses FGS cancelar anticipadamente el saldo total de deuda de/los préstamos otorgado/s en el marco del Programa con anterioridad a este nuevo crédito, reconociendo el importe total de deuda que se individualiza a continuación y cuyo detalle integra la presente solicitud”.
Más adelante aclara que "el tomador toma conocimiento y acepta que hasta tanto no haya abonado la cantidad de 6 cuotas pagas de este crédito no podrá solicitar un nuevo préstamo del Programa para cancela anticipadamente el presente contrato”. En síntesis, hasta enero de 2020, cuando pueda seguir pidiendo para pagar lo anterior, puesto que es probable que quien asuma en el mes de diciembre disponga nuevos modos de seguir “timbeando” el dinero de los jubilados y pensionados para terminar de hundir a los mismos jubilados y pensionados que durante décadas de trabajo ahorraron en el sistema “de reparto”.
Una citación judicial a una mujer como F. podría ayudar a cuestionar primero y desbaratar después las operaciones de esta banda de usureros que anida en Anses con sólo citar a cuatro o cinco de las personas que firman en las oficinas estos documentos frente a empleados del organismo ya acostumbrados a cumplir el rol de cajeros más que el de funcionarios públicos al servicio de sus mandantes. A saber, sus abuelos.