Valentín Rossi, el animal competitivo que se reinventó y descolló en los primeros Juegos Panamericanos Junior
Meses antes de la pandemia del Covid-19, saturado por el esfuerzo físico y mental, dejó de remar y se olvidó por completo del deporte. Sin embargo, regresó de a poco y en Colombia, en el primer campeonato grande que se le presentó, logró tres medallas de oro y demostró que es uno de los mejores del continente a su edad.
“Fueron un conjunto de cosas y de un año bastante duro a nivel concentraciones y a nivel apoyo. La cabeza me pidió que pare”, así resumió Valentín Rossi en septiembre del año pasado en una entrevista que brindó a un medio de comunicación chileno su alejamiento del canotaje a fines de 2019. Su decisión sorprendió a propios y extraños, pero el “monstruo” que en 2018 fue medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires demostró que era humano y le hizo caso a su cuerpo por sobre todo y todos. Se despegó del deporte como nunca antes, disfrutó de otras cosas y también sufrió.
El joven de 19 años es tan bueno en lo suyo que regresó y en su primer campeonato grande como lo fueron los Juegos Panamericanos Junior Cali-Valle del Cauca 2021, descolló con tres medallas de oro en K1 1000 metros, K2 1000 junto a Agustín Ratto y K4 500 con Ratto, Gonzalo Lo Moro y Bautista Itria. Es una de las figuras de la delegación nacional en Colombia y el Comité Olímpico Argentino (COA) lo candidateó para que porte la bandera en la ceremonia de clausura.

Pero entre el Valentín que se subió al podio en Buenos Aires 2018 y logró la única medalla olímpica para el canotaje en la historia y este que brilló en aguas del lago Calima hubo un oasis del que sólo atletas prodigiosos como él pueden sortear para meterse nuevamente en la arena movediza del alto rendimiento.
Su periplo antes y después del bronce olímpico fue muy desgastante. Incluso, esa temporada sólo tuvo tres semanas de descanso. Concentraciones interminables, entrenamientos desgastantes y viajes por el mundo lo llevaron a dos quintos puestos en el Mundial 2019 de Rumanía y ser múltiple campeón del Argentino de Velocidad con Náutico. Entre medio, poco antes de que su cabeza le pusiera un freno de mano, pudo disfrutar con sus amigos el viaje de egresados a Bariloche. Una caricia al alma para un pibe que, hasta entonces, había entregado su vida al canotaje.

El destino hizo que su desamor por el deporte coincida con el Covid-19. Él no entrenaba, sus oponentes tampoco porque las actividades que hacían no eran con la misma intensidad que se requiere a ese nivel. Cuando el canotaje se habilitó en San Pedro junto a otros deportes individuales en medio de la cuarentena, Rossi no estaba con el equipo de competición, su regreso era una incógnita y, a esa altura, dependía sólo de él.
Contenido por su familia, el club y una especialista en psicología en el deporte, volvió de a poco. No se apuró ni exigió. Todavía sin competencias en un contexto de incertidumbre nacional y mundial por la pandemia, el adolescente empezó a recuperar el tiempo perdido, si es que en realidad había perdido algo. Con talento de sobra, predisposición al trabajo y sacrificio, una preparación física envidiable y una cabeza prodigiosa para un deporte tan complejo, enseguida se puso a la par del resto y recuperó el hambre de gloria.
Valentín Rossi es un animal competitivo. No fue convocado a las primeras concentraciones de la Selección Argentina con vistas a los Juegos Panamericanos Junior 2021 porque se desconocía si tenía interés en seguir remando. El entrenador Manuel Zamboni lo citó para que se sume al grupo en Rosario y le dejó adelante una zanahoria que él se dispuso a devorar.

Al principio le costó frente a los mejores palistas del país a su edad. Pero llegó el Selectivo para Cali-Valle del Cauca y no falló. Y en los controles internos para repartir los botes, tampoco. Le ganó a todos las veces que quiso y se ganó un lugar en tres pruebas. En todas, frente a los mejores palistas de entre 14 y 22 años de América, se llevó la medalla de oro en una actuación que está en el podio de su corta carrera que no tiene techo.
Con 19 años, este resiliente que dio un paso atrás para tomar envión, clasificó el K1 1000 metros del país a los Juegos Panamericanos Santiago 2023. Y aunque probablemente seguirá en la selección nacional junior, no es descabellado que el próximo año lo convoquen para concentrar con el plantel senior que integra Gonzalo Carreras. San Pedro tiene un atleta de elite con proyección olímpica que no escatima esfuerzos en pos de sus objetivos y, a la hora de la verdad, es un animal competitivo.
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