Ya no denuncia los robos
La inmigrante ucraniana Svletana Leliuk, sufrió innumerables ilícitos en su casa. La semana pasada levantaron las chapas del techo de la cocina. En seis años, compró tres televisores y suma en un cuaderno las pérdidas familiares.
Svletana Leliuk es una persona conocida para los sampedrinos. Su historia fue reflejada en los medios de comunicación porque es una inmigrante ucraniana que se radicó en la Argentina hace más de una década, dejando parte de su familia en el país natal. Pero también se hizo conocida por denunciar en innumerables ocasiones, ilícitos sufridos en su vivienda ubicada en Hermano Indio 840.
El año pasado, Leliuk fue atacada por un grupo de jóvenes cuando estaba acompañada de un matrimonio amigo.
A consecuencia de ello, el hombre resultó herido con un arma blanca en su abdomen e internado en grave estado en La Plata.
No fue el último hecho desagradable que vivió la mujer. El martes de la semana pasada, halló su casa en un estado deplorable. Los delincuentes habían levantado la chapa del techo de su cocina, seguramente con la intención de robar, aunque no se llevaron nada.
“Ese día yo había llevado a mi hija a la clase de inglés. El padre de ella me llamó, y me dijo: esta noche vas a dormir mirando la luna y las estrellas”, relató Svletana a este medio. Los ladrones habían forzado las chapas del techo de la cocina, que no posee cielorraso ni otro material, por lo que se veía el cielo por ese hueco. El suceso había ocurrido en plena tarde, y en cuestión de minutos porque la mujer había salido hacía muy poco tiempo. “Un vecino que habló con el padre de mi hija le dijo que no podía ser, si me había visto salir a mí unos minutos antes.
Están esperando que me vaya para subir a los techos, hacer cualquier cosa”, dijo con desesperación Leliuk.
En esta ocasión, los atacantes no robaron. Quizás, por falta de tiempo ante la llegada del marido de la moradora. Pero también se supone que si era uno sólo el ladrón, no tuvo posibilidad de elevar hasta el hueco del techo elementos de valor como por ejemplo, un horno microondas que estaba apoyado sobre la heladera.
Un hueco en la pared
En una oportunidad anterior, Svletana descubrió otro ataque feroz al regresar a su vivienda. “Fui al baño y me llamó la atención que había mucha luz. Habían hecho un boquete en la pared, habían desaparecido las cerámicas”, dijo la mujer. El pequeño cuarto tiene apenas un ventiluz, pero los ladrones no lo dañaron. Directamente, destrozaron la pared justo debajo de donde está ubicada la ducha, y entraron por allí. El muro fue restaurado por Leliuk posteriormente, pero todavía se pude observar parte del daño.
“Nosotros habíamos empezado a agrandar la casa, a arreglarla, pero para qué si siempre nos están destrozando todo”, explicó compungida esta inmigrante, quien vive de la venta de tortas que ella misma elabora en su cocina.
La mujer reconoció que tiene sospechas sobre los autores de estos continuos ataques. Son personas que viven muy cerca, pero aunque personalmente intentó hablar con ellos para que depongan su actitud, no tuvo buenas respuestas. Simplemente, le negaron los robos, aún cuando ella veía con sus propios ojos parte de sus pertenencias en la casa vecina. “Me dijeron que habían comprado esas cosas”, explicó Leliuk.
Muchas son las denuncias que radicó en la Comisaría, pero ninguna tuvo el resultado esperado. “Me dicen que tengo que esperar las órdenes de allanamiento, pero cuando llegan mis cosas ya las vendieron por pocos pesos”.
Las pérdidas ocasionadas por los robos son tantas, que Svletana incluso contaba con un cuaderno en el que anotaba las cosas sustraídas, y el valor en dinero.
Allí había asentado, por ejemplo, los tres televisores que le han robado desde que se mudó a esa vivienda, en el año 2000. “Cuando terminábamos de pagar la cuota, nos volvían a robar”, dijo la mujer. Equipos de música, ropas varias, toallas, una garrafa, y hasta un recipiente con broches para la ropa de un mínimo valor económico, forman parte de las innumerables pertenencias que le fueron arrebatadas. Aunque no quiere resignarse, Leliuk dejó de radicar las denuncias y por eso el ataque de la pasada semana no quedó asentado en la Comisaría. Una decisión que otros vecinos de San Pedro comparten, lamentablemente, vencidos por el crecimiento de la delincuencia.